domingo, 23 de diciembre de 2012

Bravos de Apure: Desarrollo productivo sustentable en Los Llanos venezolanos


El camino de tierra desde la carretera hasta el casco principal del Hato El Cedral es de 10 kilómetros que se recorren en medio del calor abrasador mientras se contempla un paisaje donde chigüires, babos y cientos de aves se entremezclan entre árboles y pantanos, que se extienden hasta esa línea inalcanzable donde tierra y cielo se unen.

Desde hace cuatro años, en estas 53.000 hectáreas recuperadas por el gobierno venezolano y divididas en 17 fundos, funciona la Empresa Socialista Ganadera Agroecológica Bravos de Apure (ESGA-BA), asociación totalmente autosustentable que brinda trabajo a 180 personas, con una profunda relación con los consejos comunales y comunidades indígenas de la zona.

Al final del camino de tierra, hacia la derecha, se levanta el Campamento Turístico Matiyure, con sus cabañas rodeadas de árboles, plantas y pájaros. Más adelante comienzan los corrales, el comedor de los trabajadores de Bravos de Apure, las oficinas administrativas, la escuela primaria Ezequiel Zamora, un infocentro y los talleres para reparar la maquinaría.

El coordinador del área social de la compañía, José Gregorio Rodríguez, saluda con un apretón de manos, una fuerte palmada en la espalda y su voz vigorosa no da tiempo para nada: comienza a hablar y la historia del Hato El Cedral se escurre por su boca.

Durante 10 años trabajó en El Cedral, cuando era administrado por la empresa privada Compañía Venezolana de Ganadería (Covagen), tras lo cual volvió a Elorza, su pueblo natal, para luego retornar hace poco más de tres años a Bravos de Apure.

José enumera y es casi imposible interrumpirlo: en apenas cuatro años la empresa -90% en manos estatales y 10% de Covagen-, puso en funcionamiento el plan "punto y círculo", el cual le permite mantener lazos de colaboración en 50 kilómetros a la redonda con 13 consejos comunales, seis escuelas rurales y las comunidades indígenas en la zona de Trinidad de Arauca.

Bravos de Apure cuenta con 15.656 animales y este año ha comenzado con un rebaño de 1.400 búfalos. En el poblado de Guásimo, la empresa tiene una planta de ordeño y producción de queso, de la cual se obtienen 100 kilos diarios.

"El queso lo vendemos con los consejos comunales a precio solidario, porque nuestro lema es contribuir al desarrollo alimentario autosustentable del país. De esta manera comercializamos a menor costo para bajar el precio que ponen los grandes terratenientes. El kilo de queso se vende a 30 bolívares, como dice la Gaceta Oficial de la CVAL (Corporación Venezolana de Alimentos)", organismo público del cual depende la empresa.

La firma estatal vende animales machos, de los cuales se producen anualmente 1.500, así como ganado que ya no da leche. A esto se suma la crianza "del ganado llamado F1, que es doble propósito, porque se obtiene carne y leche. Criamos animales resistentes al sol y la pastura. Producimos novillas hembras de primer parto entre 8 y 10 litros en la zona", detalla José.

El desarrollo social de Bravos de Apure en los llanos comprende desde la educación hasta la alimentación, pasando por la generación de trabajo. Dentro del Hato El Cedral funciona la escuela primaria Ezequiel Zamora, construida hace pocos años, donde no sólo los hijos de los trabajadores pueden estudiar, sino también un grupo de niños del poblado de Mantecal.

La escuela está conformada por dos largos pabellones, donde un total de 45 niños y jóvenes cursan sus estudios de lunes a viernes. Los alumnos reciben el desayuno, el almuerzo y la cena, y en la semana se quedan como internados. El fin se semana es cuando se trasladan a sus casas en los poblados cercanos para pasar sábado y domingo junto a sus familias.

En Bravos de Apure a su vez funcionan las misiones educativas Robinson, Ribas y Sucre. José relata que "hace cuatro días se graduó una trabajadora de la empresa que ahora es Licenciada en Educación. Comenzó en la misión Robinson y después fue a la Ribas. Ahora hay una sustentabilidad del buen vivir del trabajador. Antes más de 80 trabajadores firmaban sus contratos con el dedo".

La misión Saber y Trabajo también es aplicada en la empresa y ya dio los primeros resultados: de las 20 personas que ingresaron a ese proyecto, seis laboran en el Centro Turístico Trinidad de Arauca, que depende de la compañía, y otros tres en Matiyure.


Entre plantas, caimanes y recuerdos

Dany Daza camina bajo el sol del mediodía y no se inmuta. Cualquier visitante que lo acompañe puede caer mareado por el calor y la humedad, pero él sigue tranquilo y sin apuro. Es técnico superior en Agroalimentación y trabaja en Bravos de Apure hace siete meses.

Entre las muchas labores que desempeña en la empresa, se encuentra el cuidado del vivero donde se plantan tecas, cedros y caobos. Dany también se encarga del criadero de caimanes y tortugas, y del mantenimiento del museo Ramón Arbujas, el primer biólogo que estudió la fauna y la flora de El Cedral.

En estas áreas trabajan siete personas, que se reparten los días entre el riego y desmalezamiento de las plantas, la limpieza del criadero y la alimentación de caimanes y tortugas.

"Nuestra relación es excelente, me trato con todo el mundo, no importa si tengo un nivel inferior o superior en la empresa. Aparte participamos en las asambleas que se hacen, hablamos en la reuniones sobre las quejas y sobre lo que se hace bien. Todos participan", dice Dany.

En el museo Ramón Arbujas se puede disfrutar de la historia de El Cedral a través de un sinfín de fotos tomadas por los propios trabajadores. Además de las láminas que explican el clima, la fauna y la flora de los llanos, hay una sección interactiva donde se observa un video producido por los biólogos de la empresa.

El año pasado, dice José Gregorio Rodríguez, en Bravos de Apure "se produjeron 500.000 tecas, de las cuales 250.000 fueron entregadas gratuitamente a los consejos comunales".


"Más vale lo humano que una vaina material"

Rafael Romero trabaja en El Cedral hace 17 años. Ahora se desempeña como jefe de seguridad y en compañía de apenas 18 personas cuida las más de 50.000 hectáreas que comprende la empresa. El principal peligro es la caza ilegal de chigüires y babos. Aunque son pocos los que custodian el lugar, reconoce que por estos tiempos no han tenido mayores inconvenientes.

La seguridad del hato se coordina con la Guardia Nacional y el Ejército, aunque en los primeros tiempos no era extraño que los trabajadores de la seguridad encontraran a policías tratando de cazar algún animal. A Rafael le molesta esto, pero repite que ese tipos de hechos casi no se producen.

La extensión del hato es poblada por unos 12.000 chigüires y 4.000 venados, a los que se suman más de 300 especies de aves, babos, caimanes y anacondas, remarca Rafael. Sobre la labor social de Bravos de Apure, explica que en estos cuatro año se pudieron construir 42 viviendas para la comunidad, con fondos de la propia compañía estatal.

La caza de chigüires y babos se realiza en un período determinado y debe ser habilitada por el ministerio del Ambiente. En 2011, recuerda, se obtuvieron 467 babos, de los cuales se comercializó su carne y cuero. En el caso de los chigüires, deben ser atrapados los de mayor edad. La principal fuente de venta de la carne de estos animales son los 13 consejos comunales que trabajan junto a la empresa.

En Bravos de Apure, tras un recorrido frenético de apenas dos días, se entiende que algo ha cambiado, no sólo en la capacidad de producción que convierte a esta empresa sustentable, razón por la cual no necesita un presupuesto designado por el gobierno nacional. La profunda transformación la resume Rafael con una frase: "Aquí más vale lo humano que una vaina material".

(Publicado 22 de diciembre de 2012 en www.avn.info.ve / Fotos: Emilio Guzmán)

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