jueves, 23 de septiembre de 2010

Días y noches (I y II)



I
La cara se recorta sobre el cielo. Un horizonte de fondo azul y mar; el telón está manchado por algunas nubes blancas. Son como humo, o pinceladas dispersas y desparejas.

¿Será La Habana? Demasiados edificios para ser cierto. Por suerte.

Ese día se siente linda. Tiene un pañuelo de seda con colores mezclados que le cubre parte del cabello. Respira profundo. La brisa del mar la inunda. Apenas hace calor.
Cuando las olas rompen contra el malecón una lluvia fría y fresca la cubre, la refresca. Sobre todo en su cara.

Deja los ojos fijos en el mar. En el cielo las gaviotas planean y luego caen en picada rozando el agua. Ese movimiento la despierta, entonces sus ojos observan un punto perdido en el horizonte. Ella también se deja caer como las gaviotas, pero penetrando en el mar, sintiendo el agua que la hace olvidar para siempre.



II
¿Hacía cuánto tiempo no tomaba un cortado? ¿Tres o cuatro años? Por eso pidió el primero y lo bebió en un instante. Le hizo señas al mozo para que trajera otro.

Buenos Aires era distinto en invierno. Aparte del lugar común de que sus calles eran más grises que en cualquier otro lugar del mundo, él notaba que los sonidos de la ciudad se escuchaban lejanos. Eso siempre le sucedía en invierno. Como ahora, mientras tomaba el segundo cortado sentado contra una de las ventanas del bar Los Galgos. Si observaba hacia Callao, la media mañana era un amontonamiento de autos y colectivos, gente abrigada que caminaba ligero, las palomas picoteando en las cornisas de los viejos edificios.

Y los ruidos a lo lejos. El 37 frenaba, arrancaba, esquivaba una moto, y el escándalo de los frenos y cambios mal metidos eran un susurro que llegaba al bar y no molestaba a nadie. Así disfrutaba los inviernos de Buenos Aires.

Ya no se podía fumar en lugares cerrados, entonces le pidió al mozo la cuenta, pagó y se levantó con la idea de ir hasta la Plaza de los Dos Congresos. El sol y el frío lo acompañarían mientras fumaba.

Antes de salir del bar pudo ver el cuerpo cayendo desde un edificio y el estruendo cuando se estrelló sobre el techo de un auto. Ese sonido no era como los demás. Lo escucharía durante mucho tiempo.

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