domingo, 19 de enero de 2014

Mamboretá


Entonces el mamboretá colgado de la ramita, su cara de insecto que parecía observarnos con curiosidad y algunas gotas de rocío se escurrían por las hojas, y el bicho ahí, escrutando vaya a saber qué, si es que un mamboretá tiene noción real de la gente que lo rodea, justo en Cojímar, qué se yo si nacen, viven, se reproducen y mueren los mamboretás en Cuba, pero ese estaba ahí, en un patio nocturno y silencioso, mirando curioso a dos argentinos en un enero lluvioso y bastante frío, cómo puede ser que se venga este tornillo en el medio del Caribe, pero ya lo habían dicho en el noticiero de las ocho, una ola polar que bajaba del norte y cuando lo escuchaste dijiste en voz alta seguro son los yankis que mandan el frío ese, siempre quieren joder a todos, y las carcajadas, y esa familia que nos arropó en Cojímar, ellos pensando (después nos confesaron) qué argentinos locos, qué les gusta tanto de este pueblo, acá siempre es lo mismo, entonces a cuadrarse y de puros fanáticos que sí, que acá la tranquilidad es impagable, de madrugada se puede caminar hasta la costa, sentarse en el malecón, las piernas colgando sobre el mar, y atrás la mirada de Hemingway cuidando la noche, y ahí nomás risas al por mayor, y los nenes de la familia sin saber qué decíamos, todo esto por un congreso de historia que nos había encontrado en La Habana y problemas en el hotel y entonces Javier sin dudar pronunció las palabras mágicas, no se preocupen que resolvemos, y nos llevó derecho a Cojímar, y cuando las disertaciones se ponían aburridas, escaparse temprano, montarse en la guagua y bajar en cualquier calle, imaginar que Papá Hem anduvo por ahí, meterse en el agromercado de puros curiosos, comprar boniato y ananá cortadito y qué importa qué tan lejos estamos, volver al mar, a Hemingway, sentir a ese hombre suicida pescando, hablando con la gente, no te olvidés que era amigo de Fidel, dijiste, y subir hacia la casa y si el mamboretá todavía no aparecía, otra vez a la guagua, la cincuenta y ocho, ese número tan común sonaba como música cuando venía con acento cubano, la cincuentaiosho, esas últimas tres letras llevaban toda la cadencia, y en la guagua, un poco apretados, La Habana se abría y más malecón y unos tragitos con Lucre, sus preguntas, las historias que nos regalaba, de Guatemala a Cuba, de la guerrilla a las ausencias queridas y más esperanzas, de la selva al exilio en Francia, y cuando llegaba Graciela todo se convertía en frenesí, actividades, entrevistas y dale que va con la lucha, decía Graciela, hay que meterle que sino se nos va la vida, y cuando nadie lo pensaba, ahí descubríamos qué carajo era la vida, hasta la tardecita convencidos y todavía más seguros en la vuelta hacia Cojímar, a ese patio inmenso, fresco, donde los abuelos de la familia se despedían todas las noches y se dejaban llevar por los años y algunos achaques, entonces entraba a escena un puro grueso y humeante, justo en esa casa donde los días pasaban entre el asombro, la calidez y mucha comida, porque nadie nos quería ver sin masticar, desayuno, almuerzo y cena, y a media tarde unas porciones de torta a un peso mientras el panadero nos preguntaba sobre fútbol, Sandro y Argentina, hasta que se ponía serio cuando alguno de los dos amagaba a confirmar que el Che era argentino, oye asere, nació allí pero era cubano, y otra vez la cadencia del acento se convertía en un estado de armonía, esponjoso, para abrazarse de esa sensación difícil de describir y no soltarse más y caminar por las calles con vaivenes que siempre llevaban al mar, entonces qué mejor que un café, sentados en la puerta de cualquier casa, saber que los autos no iban a molestar, o disfrutar el paso de un Chevrolet del cincuenta, o volver a esa librería donde encontramos la historia de Camilo que tanto buscábamos, y el patio, el mamboretá ahí, esta vez en otra rama, pero con sus ojos brillantes y una fiesta de estrellas en el cielo, y los perros jugando y nosotros de casualidad mirando lo mismo y entonces nos besamos, y el sabor a tabaco flotando en el aire mezclado con la sal, y las últimas horas de una despedida hasta vaya a saber cuándo.

(Enero de 2014)

viernes, 30 de agosto de 2013

Un laboratorio político hierve en el norte de Siria


Un laboratorio de política y organización, en eso se convirtió el norte de Siria hace un año. La apreciación es compartida en las filas guerrilleras del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que en pocos meses trasladó a esa región a más de 50 mil guerrilleros. El objetivo es defender al país de la intervención de las potencias occidentales y la autonomía declarada por los kurdos el 19 de julio de 2012, en medio de un conflicto interno y externo que no deja de profundizarse.

La idea de una confederación kurda en Siria fue aceptada por el gobierno del presidente Bashar Al Assad, como también por Irán y Rusia, aseguran desde la guerrilla. Por estos días, las ciudades del norte de Siria son escenario de duros enfrentamientos entre la Unión de Autodefensa del Pueblo (UAP) -que agrupa a los guerrilleros kurdos- y los mercenarios del Frente Al Nusra (Al Qaeda) respaldados por Estados Unidos, las potencias europeas y Turquía.

En poco más de 24 meses, en el Kurdistán sirio comenzó a gestarse un sistema alternativo que no responde al nacionalismo del gobierno y mucho menos se alinea con los mercenarios e islamistas defensores del neoliberalismo. La ideología del confederalismo democrático, teorizada por Abdullah Ocalan, recorre la región kurda con una fuerza nunca antes vista.

Aunque el dolor de la guerra esté a flor de piel, la mayoría de kurdos que habitan el norte de Siria (tres millones y medio) parecen dispuestos a resistir el tiempo que sea necesario. A los ataques de mercenarios y Al Qaeda, se suma el juego del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), encabezado por Masud Barzani, presidente de la región autónoma de Irak. Barzani anunció que recibirá a los refugiados que viven en Siria, pero aclaró que no permitirá que los kurdos se trasladen a ese territorio. Desde el PKK leen esta medida como un método para debilitar la resistencia del pueblo de la región, integrado por diferentes minorías como árabes, asirios y armenios. La guerrilla además denunció que el gobierno de Barzani mantiene un duro bloqueo que no permite el ingreso de alimentos y medicamentos hacia la zona siria, lo que acrecienta la crisis humanitaria.

En la guerrilla también saben lo que significaría un ataque militar encabezado por Estados Unidos y sus aliados. Tienen la experiencia de décadas de combates contra el Ejército turco, el segundo más grande del mundo. Aunque una invasión estadounidense costará vidas y sangre, los guerrilleros están confiados y más de un combatiente no duda en decir que los esperan, que ellos no tienen nada que perder.

El frente de batalla

El principal frente de batalla del PKK se encuentra en el norte de Siria. Con las montañas de Kandil en el Kurdistán iraquí como retaguardia, en el norte sirio diariamente se producen enfrentamientos contra mercenarios y miembros del Frente Al Nusra. Esta lucha, que incomoda a las potencias occidentales, es silenciada en América Latina, algo que se puede comprobar al mirar algunos de los cuatro canales de televisión satelitales y comunitarios para la región kurda. Las imágenes se suceden de manera frenética: combates, bombas estallando, fusiles que escupen balas continuamente, mercenarios que manipulan armas químicas y se pasean en tanques de guerra, pero también se puede observar al pueblo kurdo en plena organización de asambleas populares, a guerrilleros que se suman a la lucha, a niños y niñas que no tiemblan cuando dicen que esa tierra es de ellos y que la resistencia total será el costo para su libertad.

Helin estuvo meses atrás en el frente de batalla. Comenta que en uno de los campamentos de las montañas de Kandil “pese a la situación crítica, las asambleas populares y comunas están funcionando”. Con vos firme, aclara que la guerrilla no necesita el apoyo del Ejército sirio, que dejó la región hace varios meses atrás. “Los propios militares sirios se comunican con los comandantes kurdos para pedirles que cuiden a sus familias que viven en la región”, ejemplifica.

Declarada la autonomía en el norte de Siria fue creado el Consejo Supremo de Kurdistán (CSK), en el cual participan 16 partidos políticos, siendo el principal el Partido de la Unión Democrática (PUD), ligado al PKK, y dirigido por Salih Muslim. Helin explica que muchos de esos partidos responden a Barzani y a Celal Talabani, actual presidente de Irak, y que cuentan con un apoyo del 1% o 2% de la población, además del respaldo de Turquía.

“Algunas refinerías nuevas de petróleo son controladas por nosotros pero todavía no funcionan. Su producción servirá para proveer al pueblo”, señala Helin. Entre otros logros, cuenta que las clases en los colegios dejaron de dictarse únicamente en árabe y se agregó el idioma kurdo, prohibido hasta hace un año.

Balcanizar Medio Oriente

“El imperio no quiere resolver esta guerra, pero sí busca hacer durar el conflicto y balcanizar la región”, expresa Rengin Botan, comandante de la UAP. Estamos en otro campamento de Kandil y todos coinciden en que Rengin, con 37 años, es una de las principales dirigentes que tiene la guerrilla y que sus órdenes se cumplen sin vacilaciones.

La comandante Rengin recuerda que el nivel de conciencia de los kurdos que viven en Siria es elevado, debido a que durante 15 años en ese país estuvo refugiado Abdullah Ocalan, líder máximo del PKK, detenido actualmente en Turquía. “En Siria hay una historia de conciencia política muy importante, desde ese momento había creación de comunas y proyectos. El nivel de conciencia política en el Kurdistán sirio es muy alto”.

Desde que se inició el conflicto en Siria, la guerrilla mantuvo su independencia y no definió una posición hacia un bando determinado. En ese momento, explica Rengin, “nos preguntamos cuáles eran los proyectos para el pueblo kurdo y otras nacionalidades que viven en Siria. A todos les preguntamos si aceptaban un sistema confederal, democrático, donde todos los pueblos pobres y oprimidos puedan vivir en igualdad. El gobierno sirio aceptó esas condiciones y no entró en conflicto armado con nosotros. El gobierno de Al Assad ahora hace una permanente autocrítica. Hasta hace un año la mayoría de los kurdos no tenían ciudadanía pero el gobierno ya los legalizó. Los mercenarios no tienen una propuesta concreta, al contrario, nos atacan por ordenes del imperio con Al Qaeda. Como el imperio no quiere un sistema confederal y social, envía a estos mercenarios para poner obstáculos”. Rengin suma a la lista de obstáculos al PDK, el partido de Barzani que intenta crear un Estado-Nación y así fragmentar todavía más a la región, posibilidad aplaudida por Estados Unidos y Turquía.

Rengin revela que en las últimas semanas, los grupos mercenarios asesinaron “a civiles, mujeres y a muchos niños, que además violan sexualmente”. “Es un enfrentamiento de dos corrientes: el confederalismo democrático y otra que quiere balcanizar la región”, agrega. Pese a la actual situación, reconoce como positivo que el norte de Siria se haya transformado en “un laboratorio, porque la lucha del Kurdistán de Siria es primordial, nuestra energía está concentrada allá porque es un ejemplo que pueden seguir otros pueblos de Kurdistán y Medio Oriente”.

(Kurdistán, agosto 2013)

jueves, 29 de agosto de 2013

"No conozco otra vida que la de revolucionario"


La vida del comandante Harun no difiere demasiado de la de muchos de sus compañeros y compañeras. Aunque nació en Turquía, en el barrio Tuzlucayir de Ankara, hizo suya la lucha del pueblo kurdo para obtener la libertad. Harun nos recibe en uno de los campamentos que la guerrilla del PKK tiene en las montañas de Kandil, en el norte de Irak. Para llegar caminamos unos veinte minutos por senderos estrechos, acompañados por su hermano. Los dos sufrieron la cárcel y la represión del Estado turco, y tras varios años enrolados en la guerrilla, ahora son comandantes.

Harun habla y camina con un ritmo relajado, como si supiera que la paciencia es su mejor aliada. Militante del PKK desde los 16 años, este hombre de canas y bigote blanco, y una cara de tío bonachón y cómplice, siempre se mueve entre sus combatientes como uno más. Antes de ingresar a la guerrilla en los noventa estuvo 15 años detenido en Turquía. "Cuando estás en prisión es otro mundo y otra verdad -recuerda-. Estás combatiendo al enemigo cotidianamente. Hay que tener una posición de resistencia permanente contra el enemigo, hay que tomar una posición y defenderla”.

El tiempo que el comandante Harun vivió con más ansiedad fue después de que le comunicaran que iba a salir de la cárcel. En esos meses de espera sólo pensaba en ingresar a la guerrilla. Al ser liberado, pasó apenas tres días clandestino en Ankara. "No conozco otra vida que la vida revolucionaria. Estudio al capitalismo pero nunca lo viví. No puedo imaginarme viviendo en el sistema capitalista, porque tanto en prisión como en la guerrilla tuve una vida comunal. Si algún día hay paz y regreso allá, no sé qué haría", dice.


“El Che no ha expirado”

En el campamento que dirige, asentado en la orilla de un arroyo que baja desde las montañas, funciona una de las doscientas escuelas de formación que el PKK estableció en el norte de Irak. Por estos días las actividades son intensas. Un grupo de militantes se encuentra en el lugar recibiendo clases de política, historia y economía.

"Tenemos muchos puntos comunes con los movimientos guerrilleros de América Latina y las revoluciones democráticas como en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Ellos también como nosotros tienen principios de ser independientes, buscan el socialismo, pero sobre todo la soberanía de América Latina. Nuestros ejemplos son el Che y Cuba, que eran aliados de la Unión Soviética, pero igualmente criticaban al socialismo real. El ejemplo del Che no ha expirado", explica Harun. Además de la permanente referencia a Ernesto Guevara, la organización tuvo una fuerte influencia de la guerra de liberación en Vietnam.

En 1978 un grupo de militantes encabezados por Abdullah Ocalan fundaron el PKK, un partido que nacía bajo la influencia del marxismo. Harun aclara que "mientras luchábamos por la liberación de los pueblos de Medio Oriente, también guardamos nuestra independencia" con respecto al campo socialista. "En otros lados del mundo, cuando cayó el muro de Berlín muchas organizaciones de izquierda dejaron la lucha, pero América Latina y nosotros seguimos. En otros países, los socialistas y comunistas se integraron al sistema, mientras que el PKK resguardó su característica revolucionaria", reflexiona.

En esa época de iniciaciones, el PKK tenía el objetivo de crear un "Estado unido y socialista", pero no contaba con la capacidad de "organizar la lucha en todas las regiones del Kurdistán. Ahora hacemos un análisis para saber en qué parte hay condiciones viables para empezar la lucha", sentencia el comandante kurdo.

El PKK tiene una capacidad de movilización que le permite trasladar miles de combatientes a Irak, Irán, Siria o Turquía, los países en los cuales se asienta la mayoría del pueblo kurdo. Por las montañas del Kandil iraquí caminan 15 mil guerrilleros, mientras que en el norte de Siria, donde se encuentra el principal frente de batalla, las Fuerzas de Autodefensas del Pueblo (YPG, por las siglas en kurdo), cuentan con 50 mil combatientes, la mayoría llegados recientemente para defender la zona, declarada autónoma el año pasado, y blanco de los ataques de mercenarios y Al Qaeda. Las YPG reconocen como presidente a Abdullah Ocalan y forman parte de la Unión de Comunidades del Kurdistán.


El cambio estratégico

En 1998 el PKK finalizó varios años de discusiones y redefinieron su carácter socialista, que denominaron confederalismo democrático. Esta ideología convoca a abolir los Estado-Nación, vivir en comunidad, impulsar el cooperativismo y barrer con las convenciones sociales, fundamentalmente las asociadas al machismo.

“Empezamos con el objetivo de crear un Kurdistán independiente, y no dejamos este objetivo de un Kurdistán unido y libre, pero para liberar al pueblo kurdo hacemos un cambio estratégico -explica Harun-. A eso lo llamamos el Kurdistán confederal. Nuestro confederalismo va a permitir unir a los kurdos y ante todo vivir con los pueblos hermanos, como los turcos, árabes, persas, armenios, asirianos, etc. Nuestro objetivo es crear un Oriente Medio confederal. Tenemos diferencias con los partidos nacionalistas kurdos porque ellos buscan la solución creando un Estado-Nación y nosotros proponemos la vida comunal, autónoma, regional y local, y a partir de eso crear una confederación”. Harun agrega que las fuerzas imperiales buscan balcanizar la región y dividir a los pueblos a través de la creación de un Estado kurdo dirigido por Barzani, propuesta que el PKK rechaza.

El confederalismo democrático es una ideología basada en experiencias pasadas, influenciada por el marxismo y el anarquismo, que en América Latina se puede comparar con la experiencia zapatista en México y la ideología del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia. El PKK, que combate con toda su fuerza lo que denomina “modernidad capitalista”, hace más de cuarenta años que brega por un nuevo sistema al que llama “socialismo comunitario”. Las razones vigentes que llevaron a sus militantes a armarse y consolidar una guerrilla sólida -que no deja de recibir nuevos combatientes en sus filas-, son los síntomas de las injusticias que todavía golpean a los kurdos.

La contradicción principal, indica Harun, se presenta por “dos principios antagonistas”. “Ellos son la dominación mundial neoliberal y nosotros la alternativa -remarca-. Ellos representan el beneficio del capital global que quiere el control y colonizar al mundo, y nosotros representamos la alternativa socialista y comunitaria. El conflicto es entre nosotros y el sistema mundial”.


Contra el Estado-Nación

La clase que se da en una carpa amplia y calurosa se detiene por unos minutos. Los militantes se acercan al samovar y sirven té. Harun pide que continuemos luego la conversación. Se levanta, se acomoda un pañuelo palestino sobre el cuello y los hombros, y camina hacia los alumnos. Toma té con ellos, y habla y escucha.

El campamento es amplio, ordenado y las carpas donde duermen los combatientes se mezclan entre las rocas y las malezas. Aunque el calor es intenso, en esta zona alta de las montañas, la sombra y la brisa que sube del arroyo regalan una frescura desconocida kilómetros más abajo.

Finalizado el receso, y otra vez acomodados bajo un árbol en la ribera del arroyo, Harun rememora que en 1998, cuando el PKK efectuó su Sexto Congreso en el que surgió una nueva visión política táctica y estratégica, “teníamos dos soluciones: guardar nuestra ideología clásica y dejar el socialismo, o transformar el socialismo en el socialismo comunitario. Elegimos la segunda ideología y la llamamos confederalismo democrático. Gracias a esta transformación ganamos más fuerza porque damos una respuesta a las necesidades de los pueblos. Por ejemplo, la unidad de estas comunidades tiene su propia autodefensa, diplomacia, su economía soberana y autosuficiente, su propia autoadministración e instituciones culturales. Es una sociedad más fuerte y organizada, estamos comprobando que sin Estado y con nuestra propia fuerza autónoma podemos crear dinámicas más democráticas. Sobre estos principios la sociedad puede existir y desarrollarse. Estamos mostrando al mundo que sin tomar el control del Estado podemos hacer todo esto”.

(Kurdistán, agosto 2013)

"La guerrilla kurda mira con los ojos del Che"


"La guerrilla del Kurdistán tiene ojos argentinos, porque mira con los ojos del Che", dice un combatiente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) mientras me estrecha la mano. Estamos en el cementerio Mehmet Karansugur, en las montañas de Kandil. Karansugur fue uno de los fundadores del PKK, asesinado en 1983 cuando se dirigía a una reunión con dirigentes del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), liderado por Mesoud Barzani, actual presidente de la región autónoma del Kurdistán iraquí. La orden para matar a Karansugur, aseguran los combatientes del PKK, vino del propio PDK.

Kawa, guerrillero del PKK por veintiún años, me había explicado días atrás que al ser fundada la organización, la influencia ideológica más fuerte fue del Partido de Trabajadores de Vietnam, encabezado por Ho Chi Ming. También que la experiencia latinoamericana observada con mayor atención fue "la Revolución Cubana y la acción del Che", el comandante argentino-cubano que nació en la ciudad de Rosario con el nombre de Ernesto Guevara.

Adelante del cementerio se levanta una construcción sencilla: dos habitaciones, una cocina y una pequeña galería donde la sombra es lo más preciado frente al calor del mediodía. En el lugar unos veinte guerrilleros almuerzan y conversan. Después de los saludos reparten agua para refrescarnos.


Barzan, encargado del cuidado del cementerio, nos acompaña al lugar, ubicado al costado de una montaña de poca altura. Sobre la ladera flamean las banderas de Kurdistán y del PKK, además de las imágenes de dos comandantes muertos. Un total de 298 lápidas, se extienden con prolijidad a lo largo de 20 metros, y los nombres que se leen son de guerrilleros caídos en combate o asesinados, en la mayoría de los casos abatidos en la década del noventa por las fuerzas del PDK y de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), que dirige Celal Talabani, mandatario de Irak.

En el Kurdistán iraquí hay otros nueve cementerios del PKK y todos son los principales blancos de los ataques de la aviación turca o de los enfrentamientos con las fuerzas militares del PDK y UPK, aliadas a Estados Unidos y Europa. Ocho meses atrás, el cementerio Karansugur fue destruido por un bombardeo y, como siempre lo hacen, los guerrilleros lo reconstruyeron rápidamente. Con esta decisión no sólo hacen respetar la muerte de sus mártires, sino que rescatan sus ejemplos y entrega en la lucha todas las veces que sea necesario.


Volvemos a la galería y toma la palabra Zelal, combatiente que ya tiene 37 años en las filas del PKK y que vio morir a muchos de sus compañeras y compañeros. "Es más doloroso cuando nos enfrentamos entre kurdos que cuando combatimos al ejército turco", dice Zelal, cuyo nombre significa "agua pura".

En épocas pasadas, cuando el PKK iniciaba su trabajo político en Irak, mantuvo duros enfrentamientos con las fuerzas encabezadas por Barzani y Talabani. En el año 2000, la guerrilla combatió durante seis meses hasta derrotar al Ejército de Barzani y liberar una zona de las montañas de Kandil, fronteriza con Irán. Hasta hace pocos años los combates de la guerrilla contra estas fuerzas eran frecuentes, pero por estos días el PKK logró el control total de Kandil, convirtiendo a la región en la retaguardia de la organización.

"Gracias a estos mártires ahora podemos vivir tranquilos en las montañas de Kandil", comenta Zelal, los ojos claros, el cabello largo y castaño, una mueca en su boca que no se atreve a convertirse en sonrisa. Los guerrilleros escuchan sus palabras. La historia de Zelal como combatiente le da autoridad y su voz, agua pura como su nombre, nunca deja de despertar el interés de quienes la rodean.

(Kurdistán, agosto 2013)

PKK: la guerrilla kurda en las montañas de Kandil


La ciudad de Sulaimaniyah arde durante el día abrazada por el sol. El único momento de respiro es la madrugada, pero todavía así la pesadez del aire golpea y agota. Sulaimaniyah está ubicada a dos horas de Erbil (Hewler, en kurdo), capital del Kurdistán iraquí, región del país gobernada por Mesoud Barzani luego que Estados Unidos derrocara al régimen de Sadam Hussein.

En toda la zona del norte de Irak, la presencia del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) se viene desarrollando desde la década del ochenta y tuvo su avance definitivo a mediados de los noventa. En la actualidad, su fuerza radica en las montañas de Kandil, un vasto espacio de cerca de 50 mil kilómetros cuadrados que dobla en tamaño a Israel.

Finalizada la Primera Guerra Mundial, las potencias occidentales dividieron Medio Oriente a su conveniencia y el pueblo kurdo, presente desde siempre en la región, no obtuvo un Estado. La nación kurda se reparte entre Irak, Siria, Turquía e Irán, en la Mesopotamia de Medio Oriente, entre los ríos Eúfrates y Tigris. La población kurda, que abarca más de 40 millones de personas, vive en un suelo codiciado por muchos: más del 70% del petróleo iraquí se encuentra en esa zona, como también buena parte de las reservas del crudo de Irán. En los casos de Siria y Turquía, el 100% de las reservas petroleras se ubican en suelo kurdo, a lo que hay que sumar que en la Mesopotamia está la totalidad del agua dulce de la región y es la zona más importante en agricultura y explotación de minerales.


Hacia Kandil

En la madrugada, cuando Sulamaniyah todavía duerme, nos trasladamos hacia las montañas de Kandil, que se elevan entre rocas y tierra seca. La ruta es un zigzag que trepa laderas y luego cae abruptamente hacia valles cortados por arroyos pedregosos y de agua transparente, que tienen su origen en el río Tigris. El paisaje es todo aridez: árboles de hojas secas, polvareda permanente y poblados humildes y espaciados donde el ritmo de la vida trascurre lento y tranquilo. Esos pueblos son parte de la fuerza que el PKK supo construir en más de cuatro décadas de lucha política y guerrillera.

Hace más de tres horas que viajamos. Cruzamos varios controles militares. Algunos soldados responden al gobierno autónomo de Barzani y otros al Ejecutivo central iraquí de Celal Talabani. Ambos dirigentes son kurdos y han tenido marcados enfrentamientos por llegar al poder. Los dos, aseguran desde el PKK, responden a Estados Unidos y a Turquía. Y ninguno de ellos tiene capacidad para controlar las zonas donde la guerrilla kurda demuestra su presencia.

"Llegamos a tierra libre", dice Mehmet Alí, antropólogo y periodista kurdo que me acompaña. Dos guerrilleros, fusiles Kalashnikov al hombro, nos piden que detengamos el auto. Bajamos y uno de ellos no duda en decirme "Bienvenido". "Nos estaban esperando", apunta Mehmet entre sonrisas, mientras saluda y comienza a conversar.

Seguimos unos kilómetros y entramos por un camino de tierra lateral. Una casa sencilla se levanta al filo de una hondonada. Es el lugar en el cual debemos esperar hasta que nos recojan para llevarnos a lo profundo de las montañas. Nos reciben combatientes y enseguida preparan el desayuno: pan, té, queso salado, tomates, pepinos y yogurt natural. Somos diez personas alrededor de una mesa ubicada bajo un techo de madera, las montañas de fondo y el viento caliente que pega de frente.


Una vida en la guerrilla

Kawa es kurdo nacido en Siria, lleva veintiún años en la guerrilla del PKK y no vacila cuando dice que "donde la lucha me llame voy a estar". En los combates perdió un pie, dejó de lado afectos personales y vio morir a muchos de sus compañeros, pero se siente orgulloso de las decisiones que tomó. Ingresó al partido en su juventud porque en aquellos años de represión "buscábamos una salida y en el PKK encontré ese lugar".

Cuando le pregunto sobre la actualidad de Siria -donde la guerrilla mantiene un fuerte control en el norte-, Kawa explica que en ese país existen "múltiples nacionalidades, pero ninguna vive en libertad". El PKK siempre fue aliado y a su vez un duro crítico del gobierno del presidente Bashar Al Assad -y de la anterior administración de su padre, Hafez-. Debido a la crisis interna acordaron con el Ejecutivo la autonomía en el norte, donde el PKK trasladó cincuenta mil guerrilleros para defender la región. La guerrilla kurda asumió la defensa integral de la zona, por lo cual los ataques de mercenarios y Al Qaeda han recrudecido, dejando a cientos de civiles muertos. Mientras los combatientes del PKK repelen las incursiones de mercenarios y terroristas, no dejan de impulsar el confederalismo democrático, ideología que rige al partido basada en la construcción de comunas y con un origen marxista, que derivó en una síntesis entre esa teoría y el socialismo comunitario, además de rescatar la cultura originaria de la nación kurda. En Occidente, la ideología del PKK se podría explicar como un resumen entre el marxismo y el anarquismo.

"En todas las regiones que controlamos buscamos la ética política, la solidaridad y construir un sistema alternativo", dice Kawa, que sostiene una mirada tranquila y sólo levanta la voz cuando afirma de forma categórica. El funcionamiento de las unidades del PKK, según Kawa, varía según la región donde están asentadas. En Turquía es donde la tranquilidad no existe y "nunca hay un sitio estable porque el enemigo ataca continuamente", dice Kawa. A través de los años, el Estado turco se ha convertido en el principal represor del pueblo kurdo, no solamente de la guerrilla, sino también de la casi totalidad de los 25 millones de kurdos que habitan ese país. En Turquía, como guerrilleros "tenemos una manera particular de caminar, sentarnos, dormir, porque vivimos en una guerra permanente", recuerda Kawa. Aunque los combates pueden repetirse de manera continua, la principal actividad que desarrollan en un territorio hostil "es la formación política. Siempre estudiamos escritos del presidente Ocalan y analizamos el sistema que combatimos", señala.

Abdullah Ocalan será un nombre repetido en el Kurdistán iraquí. Fundador del PKK, teórico principal del confederalismo democrático y líder guerrillero, fue secuestrado por la CIA y el Mossad en Sudáfrica en 1999 y desde entonces se encuentra preso en la isla de Imrali, donde funciona una base militar de Turquía. Ocalan es el único prisionero en el lugar, totalmente incomunicado y sin acceder a una defensa justa para su proceso.

Antes de despedirnos, Kawa me pide comentar algo más que considera fundamental para entender la lucha que llevan adelante hace más de 40 años. En el PKK, desde su fundación en 1978, se implementó como práctica principal "la crítica y autocrítica, además del análisis, porque la lucha también es con nosotros mismos, para así romper con la influencia del colonialismo y del sistema capitalista".

(Kurdistán, agosto 2013)

jueves, 27 de junio de 2013

La injusticia se llama Gaza


El campo de concentración más grande del mundo llega a siete años de existencia con un historial de dolor, injusticia e impunidad. En la Franja de Gaza, territorio palestino que todavía resiste al permanente asedio de Israel, sobreviven un millón y medio de personas en una situación humanitaria crítica. El bloqueo a esta porción de tierra de apenas 360 kilómetros cuadrados que es bañada por el Mar Mediterráneo y las bombas israelíes, es una medida considerada ilegal e ilegitima por la comunidad internacional, incluida la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Como siempre, ante las resoluciones del organismo condenando el bloqueo y las posturas de diversos gobiernos que se han manifestado contrarios a la medida, Israel y Estados Unidos sostienen la misma política para los pobladores de Gaza: hambre, saqueo y ataques militares tales como las operaciones Plomo Fundido (2008-2009) y Pilar Defensivo (2012), con un saldo de miles de muertos palestinos. Pero a esto se suma que de forma cotidiana las fuerzas de seguridad de Israel realizan redadas y encarcelamientos en la Franja.

El boqueo de Israel contra Gaza fue la respuesta al triunfo electoral del Movimiento de Resistencia Islámica Hamás en 2007. Pese a que los islamistas obtuvieron la mayor cantidad de votos para dirigir a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el movimiento Al Fatah (que hoy gobierna Palestina) los expulsó. Hamás se replegó a Gaza y creó un gobierno propio.

Recientemente, el Centro Palestino para los Derechos Humanos (CPDH) publicó el informe sobre Gaza correspondiente a 2012, que entre otras conclusiones señala que el bloqueo a la Franja impide la importación de materiales para reconstrucción de la infraestructura educativa y de los centros de salud destruidos por los ataques de 2008-2009 y 2012. Con respecto al tema salud, indica que las “autoridades israelíes han reducido desde 2007 en más de un 60% los pacientes autorizados para viajar desde Gaza a otros hospitales especializados en Cisjordania e Israel, quedando por tanto sin recibir sus tratamientos y expuestos a un riesgo real de muerte”.

El bloqueo, según el CPDH, acrecienta la inseguridad alimentaria, por lo cual el “40% de la población (65% de ella niños y niñas) sufre malnutrición”. A esto se suma que el 90% del agua de la Franja está contaminada o no es apta para consumo humano.

En el ámbito económico, el bloqueo israelí restringe el movimiento de la población hacia Cisjordania u otros países limítrofes, a lo que “hay que añadir la falta de productos y materiales básicos, cuya importación está prohibida por las autoridades israelíes, y la imposibilidad de acceder al 50% de sus tierras cultivables y al 85% de sus aguas territoriales debido a que el ejército israelí ataca tanto a campesinos como a pescadores, produciendo un terrible impacto en la economía de Gaza”.

Como si fuera poco, la medida punitiva aplicada por el Estado israelí restringe el suministro de combustibles, gas, la movilidad en el paso de Rafah, como también diversas importaciones. Como consecuencia más grave, el bloqueo ha derivado en el aumento del índice de desempleo, que llega a 31%, según datos del año pasado difundidos por la Oficina Central Palestina de Estadísticas (OCPE), aunque en 2009 la ONU informó que la desocupación trepaba a 40%. Debido a esta situación, en 2010 cuatro de cada cinco habitantes de Gaza dependían de la ayuda humanitaria para subsistir.


La impunidad de los carceleros

“La idea es poner a los palestinos a dieta, pero no hacer que mueran de hambre”, expresaba en 2006 Dov Weisglass, asesor del entonces primer ministro israelí Ariel Sharon. La idea general de esta frase no ha cambiado ni un ápice para la dirigencia israelí.

El lunes pasado, el actual primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó que las Fuerzas Armadas de su país continuarán atacando a la Franja de Gaza. “Nuestra política es golpear a quien intenta hacerlo con nosotros. Así continuaremos trabajando frente a toda amenaza cercana y lejana”, expresó. Las declaraciones de Netanyahu se produjeron horas después de que aviones de combate atacaran el centro y el sur de Gaza.

Por su parte, el titular del comité parlamentario sobre asuntos Exteriores y Defensa, Avigdor Lieberman, aseveró que el Estado israelí “debe conquistar por completo la Franja de Gaza”. El ex canciller manifestó que “Israel tendrá que considerar seriamente la posibilidad de conquistar toda Gaza y limpiarla de verdad. No estoy seguro de que queramos vivir con esa situación, pero a largo plazo es inevitable”.

Los ataques israelíes contra la Franja no han decrecido y por lo visto no parece ser ese el objetivo de Tel Aviv, pese a que en noviembre de 2012 alcanzó un acuerdo de alto el fuego con Hamás y los demás grupos que conforman la resistencia palestina.

Una síntesis de la situación en Gaza la brindó en 2012 el intelectual estadounidense Noam Chomsky, quien declaró que “el asedio es un acto criminal que no tiene justificación. Se debería acabar con él y el mundo exterior debería oponerse enérgicamente a él. Es simplemente un intento de llevar a los habitantes de Gaza a la autodestrucción, de tratar de librarse de ellos y de destruir la sociedad. No existe absolutamente ninguna justificación para ello. Se alegan justificaciones militares pero no tienen credibilidad alguna”.

(Publicado en www.marcha.org.ar - 26 de junio 2013)

Malditos: Jack Kerouac


La ruta tiene vaivenes, subidas y bajadas, apenas el rumor de autos lejanos y un trasfondo de árboles, cielo y aire puro. Alguien camina a su lado, como otras veces lo hizo, buscando, en un último intento, ese lugar, o ese estado de ánimo, que persiguió durante años. Jack Kerouac enfila hacia Big Sur, en California, lugar de acantilados y mar que la generación beat eligió como uno de sus páramos.

Todavía se lo puede ver: un cuerpo formado en una juventud de deportista, la mirada un poco caída y nostálgica que, en más de una oportunidad, se transformó en ojos brillantes y profundos en medio de delirios nocturnos e interminables. Y también, a lo lejos, se pueden oler las ideas y los párrafos escritos de forma demencial -como las melodías de jazz- que Kerouac dibujó en toda su vida.

Nacido en el poblado estadounidense de Lowell en 1922, Kerouac se convirtió en uno de los iconos de la cultura beatnik, pero su figura no quedó petrificada en un tiempo que, hoy en día, los grandes medios muestran como un momento de “locura hippie”. Kerouac, que falleció en medio de un delirium tremens por su alcoholismo en 1969, escribió un conjunto de novelas que retrató sin fisura a una generación y a la sociedad con la que convivió. Autobiográficos, descarnados y melancólicos, sus libros se siguen leyendo como una aproximación a la cultura estadounidense, la forma de vida de una sociedad en permanente decadencia, pero también como una radiografía de un grupo de personas que buscó otro modo de transitar el mundo. Desde intelectuales de la izquierda radical hasta budistas escondidos en las montañas, pasando por locos, drogadictos, artistas de vanguardia y happenings que duraban varios días entre cabañas campestres, ciudades luminosas, clubes de jazz y calles nocturnas; todas imágenes plasmadas en las páginas de sus libros.


A los 17 años, Kerouac comenzó con la escritura, influenciado por Ernest Hemingway, Jack London y, posteriormente, Tom Wolf, al que llegaría a considerar su maestro. Aunque en 1940 ingresó a la Universidad de Columbia, Nueva York, en la cual se consagró como jugador de fútbol americano, abandonó los estudios para apostar por el Ejército. Ante la imposibilidad de pertenecer a las Fuerzas Armadas, sus primeros años trascurrieron como marino mercante, surcando el mar e iniciando uno de sus tantos caminos recorridos que también lo llevaron a trabajar como ferroviario y guardabosques. Con el paso del tiempo, Kerouac trabaría amistad con Neal Cassidy, protagonista de varias de sus novelas, amigo y compañero de viajes y juergas, espejo donde siempre se quiso ver y amante ocasional. En el frenesí de sus días, además, estarían presentes William Burroughs y Allen Ginsberg, al cual le regalaría el título de Aullido para su principal obra poética.

Su primer libro El campo y la ciudad (1950) pasó desapercibido, como otros textos que fue escribiendo en esa década, hasta la aparición de En el camino (1957), que no sólo lo consagraría sino que se transformaría en la obra insignia de la generación beat. Pero con esta novela, donde Cassidy es el protagonista principal, Kerouac se montaría en una permanente lucha entre el éxito y sus aspiraciones zen, lucha atravesada por el alcohol, las drogas, la soledad y más novelas escritas tras extensos viajes.

En sus libros, tal vez, se pueda establecer una división, arbitraria como siempre, donde la escritura llega a los mejores momentos en En el camino, Los subterráneos, Trisstesa y Big Sur. En la otra vereda, con las mismas palabras delicadas y precisas que caracterizaron su escritura, aparecen Los vagabundos del Dharma y Las vanidad de los Duluoz, en las cuales las divagaciones budistas opacan las vibrantes descripciones de su generación, las historias de amor desesperado, los pensamientos sobre una sociedad que no ofrece futuro alguno.

Con un estilo propio donde el ritmo del jazz impulsaba su pluma, como también los buscó tiempo después Julio Cortázar, Kerouac supo transmitir sus experiencia demenciales y frenéticas en sus novelas. Este estilo lo llevaría al máximo, modificando su máquina de escribir a la que le adhirió un rollo de papel para, de esa manera, no tener que cambiar de hojas y cortar el bop de la escritura.

Luego de una extensa travesía junto a Cassidy, Kerouac retrataba En el camino: “bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas”.


En Los subterráneos, una breve novela de amor intenso, Kerouac permite que el lector se enamore perdidamente de Mardou, esa mujer morena, de curvas sinuosas, que se desvanecía por calles humeantes y ponía en una tensión permanente al protagonista, que no era otro que el mismo escritor. En Los subterráneos también aparecen destellos de sus dudas y contradicciones, que lo acompañarán hasta los últimos días. “El sol suave -escribía-, las flores y yo que me alejaba por la calle y pensaba: '¿por qué me habré permitido alguna vez aburrirme en el pasado?', y como compensación me emborrachaba o tomaba esas cosas o me daban ataques o todas esas artimañas que usan las personas porque desean algo, cualquier cosa, salvo la serena comprensión de lo que realmente existe, que después de todo es tanto, y las cavilaciones provocadas por las odiosas convenciones sociales, las rabias, el hacerse mala sangre por los problemas sociales y por mi problema racial, todo eso importaba tan poco; aunque ahora podía sentir esa gran seguridad y el oro de la mañana terminaría alguna vez por desvanecerse, y ya había empezado a hacerlo; hubiera podido construir toda mi vida como esa mañana solamente sobre la base de la pura comprensión y el deseo de vivir y seguir adelante, dios, todo era la cosa más hermosa que jamás me había sucedido, a su manera; pero todo era también siniestro”.

En Tristessa las oscuridades que lo rodeaban se observan nítidas y dolorosas en su relación con Esperanza Villanueva, protagonista de la novela, y en su vaivenes entre la pureza budista y las tentaciones de la marihuana y la morfina. En el prólogo del libro, el sociólogo y traductor mexicano Jorge García-Robles analiza esta relación entre el autor y su musa: “Ambos sentían que la muerte y no la vida era el polo magnético que ineludiblemente los arrastraba, tenían conflictos con su entorno, se autodestruían con sustancias y buscaban consuelo en la religión. La compasión que Kerouac manifiesta por ella en la novela es la compasión no confesa que sentía por sí mismo”. A lo que agrega: “Los pruritos religiosos de Kerouac le ayudaban tanto a escribir como le estorbaban para vivir. Y es que en realidad la única religión de Kerouac siempre fue la literatura... una religión que nunca lo salvó de seguir viviendo como no quería...”.

Una síntesis de su vida, Kerouac la deja estampada en La vanidad de los Duluoz, uno de sus libros más autobiográficos: “Te matas, y matas a unos cuantos más por el camino, para llegar a la cumbre de tu profesión, por decirlo así, de modo que cuando llegas a la edad madura, o poco después, puedes quedarte en casa y cuidar de tu jardín la mar de contento; pero, como eres famoso, la multitud acude a tu jardín y pisotea todas tus flores. Y, entonces, ¿qué?”. Y esa parece ser la gran pregunta en el camino: “Y, entonces, ¿qué?”.

(Publicado en revista Sudestada, número 116, marzo 2013)