(Artículo de la periodista Martha Andrés Román y publicado el viernes 9 de diciembre por Prensa Latina, sobre Pablo de la Torriente Brau, cronista latinoamericano y combatiente revolucionario)
Pablo de la Torriente Brau ocupa un lugar destacado en la historia y la cultura cubanas, debido a su labor revolucionaria y sus aportes a la literatura y el periodismo.
Nacido el 12 de diciembre de 1901 en Puerto Rico y trasladado desde pequeño a la mayor de las Antillas, su vida estuvo signada por el compromiso militante y el profundo análisis de la realidad, que lo convirtieron en un valioso cronista de su tiempo.
Como consecuencia de su oposición a la tiranía de Gerardo Machado (1925-1933) debió exiliarse en Estados Unidos, y desde ese país viajó a España para participar en la guerra civil del lado republicano, contra el ejército de Francisco Franco.
De la incursión en el conflicto ibérico nacieron numerosas crónicas que delinean de manera minuciosa y atractiva las diferentes aristas de una contienda en la que perdieron la vida más de 500 mil personas.
En Nueva York, antes de partir, escribió: “He tenido una idea maravillosa, me voy a España, a la revolución española. (...) la idea hizo explosión en mi cerebro, y desde entonces está incendiando el gran bosque de mi imaginación”.
Pablo llegó a la península en septiembre de 1936, cuando aún no habían sido creadas las Brigadas Internacionales, y ocupó el cargo de comisario de la primera tropa de choque del ejército republicano.
Durante tres meses, hasta su muerte el 19 de diciembre, alternó las labores de soldado con las de corresponsal de guerra y redactó decenas de cartas y crónicas que aparecieron reunidas en el volumen Peleando con los milicianos (1938).
Según apuntó el intelectual cubano Juan Marinello, aunque otros reporteros de la época sentían un asombro estremecedor ante los sucesos, los trabajos de Pablo develaron una gran familiaridad con el entorno, carentes de la mirada sorprendida del corresponsal foráneo.
La primera de las 14 crónicas escritas en territorio español, titulada !Des avions pour l' Espagne!, recreó el ambiente de respaldo popular hacia la República agredida que Pablo encontró a su paso por Bruselas y París.
“Las manifestaciones son extraordinariamente múltiples, y a cada ocasión notable, se desbordan los sentimientos. No es un mitin, sino cien”, expresó sobre la efervescencia del momento.
En sus escritos se produjo una evolución que le permitió romper con cánones genéricos y aventurarse en relatos donde se imbricaron la crónica con la entrevista, el reportaje y el testimonio, muestra de un estilo transgresor y vívido.
Estudiosos de su obra han destacado la sensibilidad peculiar que las caracteriza, marcada por la admiración hacia España y su gente, aspecto que incide en la representación realista de los ambientes, paisajes y costumbres, para dar vida al relato y sus personajes.
Esos rasgos se combinan con un ritmo impetuoso y dinámico, a través del cual el autor describe y corre junto a los acontecimientos, como muestra de su condición de actor y no de simple espectador ante un contexto que exige militancia y talento.
Cuatro camaradas del enemigo, una de las crónicas de la guerra, refleja la incorporación de desertores franquistas al ejército republicano en Buitrago, a través de un lenguaje coloquial y marcado por expresiones onomatopéyicas.
“Estábamos en la guarnición en Logroño y fuimos acuartelados. A nosotros nos dijeron en un principio que se había dado un golpe contra la República y que teníamos que disponernos a defenderla”, registró en ese trabajo.
Francisco Galán, un general de las milicias españolas, constituye una entrevista a un destacado militar republicano, en la cual Pablo recreó las escenas de un modo casi cinematográfico, mediante la alternancia de valoraciones, impresiones y datos sobre el personaje.
“Así es Paco Galán, general de milicias, a un tiempo militar y político, a la vez estratega y comisario, organizador y táctico, creador de soldados y director de combates; hombre en realidad magnífico, lleno de interés humano y revolucionario”, refirió.
La estructura poco convencional de las crónicas se manifestó también en el texto titulado En el parapeto, en el cual narró, entre otros hechos, una polémica sostenida con un cura franquista y el enfrentamiento entre los dos bandos contendientes.
“En la guerra cabe la astucia, pero no la hipocresía. Por eso, tan pronto como la oscuridad lo permitía, los hombres sacaban la cabeza fuera de los parapetos y comenzaban a insultarse unos a otros (...) Era un combate en que el ingenio tomaba una parte principal”, afirmó.
En cada uno de los materiales resalta la capacidad del autor para dibujar ambientes, caricaturizar al enemigo y construir una historia de no ficción con altos valores literarios y narrativos.
Víctor Casaus, director del centro cultural Pablo de la Torriente, en la capital cubana, explicó en una ocasión que la obra del periodista es muestra de inteligencia, rigor, autenticidad, compromiso y capacidad de juzgar los problemas de su tiempo.
Las crónicas de guerra de Pablo son instrumentos en medio del conflicto, y como tal, retan y transforman las teorías del periodismo y la percepción de los lectores, los cuales pueden seguir de cerca la vida y los ideales de los héroes republicanos.
A 110 años de su nacimiento, Pablo continúa siendo una figura cimera del periodismo cubano de todos los tiempos, caracterizado por esa capacidad escudriñadora que lo llevó a decir cuando llegó a España: “No me canso de ver todo esto (...) Todo es espectáculo para mí”.
Muy buen post Lea, desconocía a este interesante personaje!!!
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