Las regiones de Kobane, Jazire y Afrin -en el norte de
Siria- se convirtieron en un tablero en el que las pujas por el control
político y económico se exacerban a cada minuto. Si bien los combates son entre
el grupo terrorista autodenominado Estado Islámico (EI) y las fuerzas
guerrilleras kurdas (YPG/YPJ, integrantes del Partido de los Trabajadores del
Kurdistán -PKK-), lejos están de ser los únicos actores del conflicto.
Las tres ciudades en las que viven kurdos, yezadíes, asirios
y otros minorías reciben el fuego del EI, que busca desarticular las conquistas
del PKK junto a los pobladores, en un hecho inédito para Medio Oriente: el
nacimiento de una nueva de organización social y política con una posición de
izquierda, surgida luego de más de tres décadas de lucha insurgente y a casi
cuatro años del comienzo del conflicto interno en Siria.
El PKK, con sus organizaciones legales respaldadas por la
guerrilla, lleva adelante un nuevo modelo de sociedad, regida por la democracia
directa, las asambleas populares, el respeto a la diversidad de las diferentes
nacionalidades que habitan Medio Oriente, la defensa del medio ambiente y el
empoderamiento de las mujeres como factor determinante en la liberación. Sobre
este último punto, el ejemplo concreto es la propia resistencia de la
insurgencia en Kobane, encabezada por las comandantes y guerrilleras del PKK
que enfrentan al Estado Islámico.
El confederalismo democrático, ideología que rige al PKK, no
está siendo defendido solamente en el terreno a través de las armas. Pocas
semanas atrás, los pueblos de Kobane, Jazire y Afrin dieron a conocer su Constitución,
texto que defiende la pluralidad en Medio Oriente y traza las líneas generales
de una nueva forma organizativa.
El “laboratorio político” que los kurdos llevan adelante en
el norte de Siria profundizó los temores de varios sectores. El EI busca
destruir a las fuerzas guerrilleras del PKK porque entiende que su islamismo
ortodoxo y prehistórico choca de forma directa con el confederalismo
democrático, antítesis de la ideología del Estado Islámico.
Estados Unidos sigue empecinado en derrocar al gobierno
sirio del presidente Bashar Al Assad, y a su vez observa con preocupación el
desarrollo creciente de las fuerzas del PKK. Más aún cuando la insurgencia
kurda no busca la creación de un nuevo Estado (algo estipulado en la
Constitución recién creada, en la que se indica que se respetará plenamente la
unidad territorial siria), sino que impulsa autonomías y formas de
autogobierno.
Por su parte, el Estado turco teme -hoy más que nunca- el
avance de las políticas del PKK, organización a la que ha combatido desde hace
más de 30 años. Desde la asunción al poder de Recep Tayyip Erdogan, ahora
presidente de Turquía, la política de represión contra el pueblo kurdo que
habita territorio turco fue constante y sistemática. Los intentos de diálogos
de paz impulsados por el PKK y la sociedad kurda fueron abortados una y otra
vez desde la administración de Erdogan. El temor del gobierno turco ante la
firmeza de la guerrilla kurda quedó en evidencia por su postura:
discursivamente rechaza al Estado Islámico y a su vez traba los intentos de los
kurdos de Turquía en cruzar la frontera con Siria para sumarse a la resistencia
en Kobane.
Desde las YPG/YPJ, y desde el movimiento kurdo en general,
se denunció en reiteradas ocasiones que el gobierno de Erdogan financia y arma
al Estado Islámico. También advirtieron que el Estado turco protege el reclute
de mercenarios y hasta puso a su disposición un hospital para atender a los
terroristas heridos.
El rol que juega Turquía en la actual crisis en Medio
Oriente fue puesto en evidencia por el primer ministro iraquí, Haider Al Abadi,
quien anunció que se había comunicado con el primer ministro turco, Ahmed
Davutoglu, y le reclamó que su país no ataque al Partido de los Trabajadores de
Kurdistán. “Turquía no debe dirigir más operaciones militares contra el PKK en
Irak”, declaró Al Abadi. Ante el parlamento de su país, el premier aseveró que
“el PKK está ahora combatiendo junto con nosotros contra las organizaciones
terroristas. Le hemos dicho a Turquía que ellos deben cesar su actividad
militar contra el PKK dentro de las fronteras de Irak, se lo he dicho al primer
ministro turco en una llamada telefónica unos pocos días atrás”.
Si bien en el norte de Siria, especialmente en Kobane, el
avance del Estado Islámico es bloqueado por las fuerzas guerrilleras, el
situación sigue siendo crítica. En una reciente entrevista, la co-presidente
del Partido de la Unión Democrática (PYD, por sus siglas en kurdo), Asya
Abdullah, expresó que, de manera urgente, Naciones Unidas debe abrir un corredor
humanitario entre Kobane, Jazireh y Afrin. La titular del PYD, organización
integrante del PKK, denunció que el Estado Islámico “sigue recibiendo
suministros diarios de armamento y combatientes de lugares como Rakka, Tal
Abyad, Ain Issa, Sarrin, Manbij, Jarabulus”.
Abdullah aclaró también que el EI argumenta “que el ataque a
Kobane está en contra de los Estados Unidos y que todos deben unirse contra
estos enemigos. De esta manera consiguen a los niños árabes y los hombres
jóvenes que participan en el salvajismo. Muchas familias árabes están huyendo
de esta tiranía para proteger a sus hijos”. La co-presidenta del PYD reiteró
que el Estado Islámico es responsable de la destrucción y el robo en KObane, y
manifestó que el “saqueo y la violación es el foco de la ideología” de la
agrupación yihadista.
Al referirse al gobierno turco, Abdullah expresó que “por un
lado Turquía dice que permitirá a los Peshmerga (milicia del gobierno kurdo de
Irak) llegar a Kobane, mientras que en el otro se está librando una campaña de
desprestigio contra el PYD y la realidad de Rojava. No consideramos que esto
sea apropiado, ya que el PYD tiene un proyecto político concreto en el ambiente
caótico de Siria, y tiene un propósito claro. Esta campaña de desprestigio no
servirá ni a la situación en Kobane ni a las políticas turcas. Todo el mundo
sabe lo que está bien y lo qué está mal en Kobane, que está atacando y que está
resistiendo. Y que permitir el acceso de los Peshmerga no es lo mismo que la
demanda de la gente de Kobane para un corredor. Nadie ha hecho una petición
oficial al cantón de Kobane o el YPG/YPJ. Si alguien quiere venir aquí estos
son los órganos políticos y militares para que les expliquemos nuestras
demandas”.
Sin dudas, las riquezas naturales del norte de Siria (petróleo,
gas y agua dulce) son un botín preciado por Estados Unidos y sus aliados. Al
mismo tiempo, la Casa Blanca junto a Turquía y las monarquías del Golfo
Pérsico, no dejan de redoblar sus esfuerzos para derrocar al último gobierno
que levanta las banderas del nacionalismo árabe, como es el caso de la
administración de Al Assad, más allá de los gruesos errores cometidos. Pero
ahora, con el crecimiento del PKK y del movimiento de liberación kurdo se abre
un nuevo panorama, en el cual se frena la restauración más conservadora en la
región, basada en profundas políticas neoliberales (Turquía y las monarquías
del Golfo son el ejemplo) y en la imposición de un Islam funcional a esas
políticas. Y los pueblos del norte de Siria, casi en la soledad absoluta, resisten
ese modelo que se intenta implementar a sangre y fuego, y del que el Estado
Islámico es la cabeza visible.
(Publicado en www.resumenlatinoamericano.org y www.marcha.org.ar - 24 de octubre de 2014)
UN SALUDO A LAS MUJERES KURDAS,QUE DEFIENDEN CON LAS ARMAS EN LA MANO,EL DERECHO A LA AUTODETERMINACIÒN Y A LA PAZ.
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