martes, 7 de mayo de 2013

Una hipótesis sobre la generación beat


La generación beat en Estados Unidos conmocionó al sistema. No fue revolucionaria, ni se lo propuso, pero logró insertar una variante en el pensamiento único: vivir al margen del sistema.

Los beatniks nunca buscaron hacer explotar las estructuras del capitalismo ni derrumbar el imperialismo estadounidense. Una muestra de esto es la figura de Jack Kerouac, escritor insignia de esa generación, que en sus últimos años mostró un discurso reaccionario, anticomunista y donde el derrotismo lo acompañó hasta su muerte. Pero el hecho de proponer una nueva forma de vida, inquietó (como mínimo) a quienes sostienen el sistema en Estados Unidos.

La generación beat, madre indiscutida del movimiento hippie, disparó una fuerte crítica contra la sociedad de consumo y por eso apostó, en la teoría y en la práctica, al movimiento hacia otros parámetros. ¿Cuántos millones de estadounidenses abrazaron las ideas beat, y posteriormente al hippismo, durante la década del sesenta y parte de los años setenta? ¿Dos o tres millones de personas? Tal vez más. Una cifra que puede resultar pequeña para Estados Unidos, pero importante a lo que se refiere al consumo. Si esa masa de gente apostaba a vivir diferente, correrse hacia los márgenes de la sociedad, habitar la tierra con simpleza produciendo buena parte de sus alimentos, construyendo sus casas y rechazando el consumo de tecnologías, no es de extrañar que las cuentas de los poderosos (empresarios, banqueros, magnates petroleros, etc.) no cerraran del todo. La onda expansiva que podría resultar de esta “nueva vida” seguramente -como se comprobó tiempo después-, puso en alerta máxima no sólo a los tecnócratas de la economía, sino a las estructuras de inteligencia y represión interna estadounidenses.


Un buen ejemplo se observa en “Los vagabundos del Dharma”, de Kerouac. La mayoría de los personajes (hombres y mujeres de carne y hueso) viven en el campo, en casas humildes, con apenas algunas cosas para subsistir; ellos son los “white trash” de hoy.

El descenso del consumo dentro de Estados Unidos que podría desprenderse del movimiento hippie no fue visto con buenos ojos por el poder, principalmente porque el sistema capitalista basa su acción en el consumo desbocado.

La crítica de los beats a esta característica era una piedra bastante grande en el zapato de los dueños del mundo. Por supuesto que desde esta generación la crítica puede ser, a su vez, criticada por inconsistente, falta de una teoría dura, o calificada como una moda pasajera, pero sin duda las alarmas visibilizadas por los beatniks no nacieron de mentes alucinadas o hundidas en drogas; como todo movimiento histórico tiene razones concretas. Detrás de los beats estaba la Segunda Guerra Mundial, la crisis de ese entonces que atravesaba el planeta y muchos de ellos eran los hijos de la Gran Depresión de los años treinta.

En la década del cincuenta, si Estados Unidos mostraba al mundo sus adelantos tecnológicos y presentaba como verdad única el “American Way of Life”, los beatniks llegaban para cuestionar este dogma.

Quien hizo un acercamiento sobre la generación es el escritor estadounidense Norman Mailer, en su libro “Caníbales y cristianos”, publicado en 1966. Para Mailer, los beats encarnaron “una revolución modesta, y suicida en el centro de su pasión. En lo más militante, aspiraba a la inmolación más que al poder, lo único que deseaba era que se la dejara lo suficientemente libre como para autoconsumirse. Todavía hacia la mitad de los años cincuenta los liberales reaccionaban con un profundo terror, con contumelia y con ridículo a sus manifestaciones, como si su propio suicidio colectivo (el terror personal del espíritu liberal es invariablemente el suicidio, no el asesinato) tuviera que encontrarse en el gesto de lo beat”.

La generación beat y el movimiento hippie tuvieron un fuerte impacto que desconcertó los planes sistémicos. El cuestionamiento más radicalizado al modelo estadounidense era representado por Malcolm X y posteriormente en el partido Panteras Negras

Con los beats y el hippismo, el sistema desplegó una metodología de cooptación, desgaste y asimilación, esta última a través de la publicidad y banalización de las ideas y líderes. Con Malcolm X utilizó el asesinato y con los Panteras Negras su total destrucción utilizando la persecución, la represión y los estupefacientes.

(Publicado el 6 de mayo de 2013 en www.marcha.org.ar)

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