Por el tono de sus voces adivinan sus estados de ánimos. Son apenas unas horas al mes, momentos en que ella le resume de manera febril las actividades y novedades. Él escucha y luego le dice que descanse, que se cuide.
Del otro lado de la línea telefónica, Mirta Rodríguez de 80 años, oye y sabe que a la mañana siguiente se despertará para el combate. Antonio Guerrero, su hijo, tiene claro que las rejas que lo separan de la libertad algún día caerán. Lo sabe y está convencido.
"El combate de nuestra lucha es a diario. Para mí, un día en que no hay lucha es un día perdido y me hace daño, porque el pensamiento se entristece, porque uno se desanima. Que me llamen al combate a diario es retroalimentarme, darme energía y siempre rodeada de amigo, entonces eso te hace sentir que no estás solo", señala Mirta a la Agencia Venezolana de Noticias (AVN).
Hace 14 años que Antonio se encuentra preso en Estados Unidos, junto a sus compañeros Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino y René González. Éste último, al cumplir su condena permanece en Miami bajo libertad vigilada.
En 1998, el gobierno estadounidense los arrestó, bajo la acusación de conspiración, pese a que durante los juicios no se presentó ninguna prueba en este sentido.
De Los Cinco, como se los conoce internacionalmente, no se pudieron obtener documentos que permitieran verificar la supuesta tarea de conspiración o armamento que pusiera en peligro la seguridad interna de Estados Unidos. Aunque los procesos judiciales fueron amañados y plagados de irregularidades, se dictaron duras condenas, como en el caso de Gerardo Hernández, que recibió dos cadenas perpetuas más 15 años de prisión.
Los Cinco se encontraban en Miami monitoreando los planes y acciones de los grupos terroristas anticubanos que operan en esa zona. Las historias de estas agrupaciones, como Alpha 66 o la Fundación Cubano-Americana, son por demás conocidas: desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 se dedicaron a llevar adelante sabotajes y atentados contra la isla caribeña, con la complicidad del poder central estadounidense. De estos hechos, los más recordados son los ocurridos en la década del 90 contra hoteles en La Habana, que le costaron la vida al turista italiano Fabio Di Celmo en 1997.
Quienes conocen a Mirta coinciden al decir que nunca se detiene: participa en actividades dentro de Cuba, viaja al exterior para dar a conocer el caso de Los Cinco y tiene una entereza a prueba de balas y dolores.
"Es una humilde lucha la de los familiares de Los Cinco. Para las madres, luchar por un hijo es hasta la muerte. A mí el tiempo se me está haciendo un poco largo, porque en estos días voy a cumplir 80 años y empecé esta lucha con 66 años", reflexiona.
El contacto con su hijo Antonio es por teléfono, ya que mensualmente tiene 300 minutos para comunicarse desde la prisión de mediana seguridad de Marianna, en el estado de la Florida.
"Generalmente, por el timbre de mi voz sabe cómo estoy y yo también sé cómo está él. A veces, nos hablamos al terminar la tarde y en dos minuticos le hago un recuento rapidito. Siempre me dice que descanse, porque teme por tanto esfuerzo, pero para mí no es esfuerzo", relata Mirta.
Incansable, de caminar cansino pero firme, y con la experiencia de 14 años de continuos reclamos por la libertad de Los Cinco, Mirta es clara a la hora de depositar su confianza. "La esperanza de nosotros son ustedes, el movimiento internacional de solidaridad –concluye-. Lamentablemente la justicia de Estados Unidos no ha sido honesta, se han violado todos los derechos. Por eso tenemos nuestras esperanzas sembradas en todos ustedes. Cada mañana de combate es una esperanza".
(Publicado el 7 de mayo de 2012 en www.avn.info.ve / Fotos: Verónica Canino)
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