martes, 14 de febrero de 2012

El Caracazo: ensayos y análisis para mantener viva la memoria



El neoliberalismo encarnado en el Fondo Monetario Internacional (FMI), la corrupción estructural implantada por la Cuarta República y la pauperización de la población venezolana que estalló el 27 de febrero de 1989, son los ejes centrales que recogen los ensayos y artículos reunidos en El Caracazo, publicado este año en la colección "4F. La Revolución de febrero".



Entre los autores que aparecen en el libro se destacan Federico Álvarez, Luis Cipriano Rodríguez, Arnaldo Esté y Raquel Gamus Gallego. Además se presentan los análisis realizados por la Asociación de Profesores de la UCV, el Consejo Nacional de los Trabajadores y el Pueblo, y la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela.

Los textos formaron parte del séptimo volumen de Tierra Firme. Revista de Historia y Ciencias Sociales, publicada en enero-marzo de 1989.


Sobre el estallido social del 27 de febrero de 1989, conocido como El Caracazo, Álvarez cita al francés Raymond Boudon, quien sostiene "que la gente no se mueve tanto bajo la presión de los sufrimientos presentes, como en función de la pérdida de las expectativas futuras. Es capaz de hacer sacrificio, de aguantar los 'ajustes', siempre que vea una luz al final del túnel".


Por su parte, Gamus Gallegos efectúa un recorrido por la historia venezolana desde los años 50 del siglo XX. Describe el imaginario instalado por los partidos políticos AD y Copei: "El éxito quedaba solo asociado a la riqueza, a lo superficial; el cómo se había alcanzado carecía totalmente de importancia dentro de este nuevo esquema moral. Progresivamente, dirigentes y militantes de la izquierda se fueron incorporando a este modelo, bien actuando como empresarios, bien vinculándose al poder".

En pocas líneas, Rodríguez también da una visión de El Caracazo: "Resulta evidente que el 27 y 28 de febrero hubo un estallido social. Su modalidad y procedimiento fueron distintos a los de otras experiencias venezolanas del pasado; sin embargo, esta también fue una protesta contra explotadores y opresores de diverso signo. El abasto, la carnicería y la camioneta de pasajeros fueron esta vez los símbolos inmediatos de una vida cotidiana caracterizada por diferentes formas de violencia; consiguientemente, la acción espontánea de los manifestantes se orientó hacia tales negocios, quemándolos y saqueándolos. Durante esos días 'hubo de todo', con múltiple participación desesperada, donde diferentes capas populares -incluyendo sectores medios- desbordaron sus descontentos, frustraciones e incluso, deformaciones".


El detonante de El Caracazo está resumido por Álvarez, al detallar que "estadísticas oficiales corroboran lo que el ojo ve en los cerros y quebradas. Pobreza crítica que supera el 30 por ciento, marginalidad situada en más del 50 por ciento, las dos terceras partes de la población con ingresos familiares inferiores a 9 mil bolívares, frontera para la subsistencia".


Escritos sobre las llamas de la revuelta social, estos ensayos y análisis tienen la particularidad de hurgar en los diferentes vértices que desembocaron en El Caracazo, describiendo el status quo sostenido por el entonces gobierno de Carlos Andrés Pérez, pero también utilizando la visión crítica hacia el desempeño de la izquierda venezolana de ese momento.

La denuncia del aparato represivo de la Cuarta República, el desguace del Estado en Venezuela, la dependencia hacia Estados Unidos y los organismos financieros internacionales, y la respuesta popular frente a la explotación, forman parte de un libro que se abre como la paleta de un pintor donde colores, matices y furia desembocan en el 27 de febrero de 1989.

(Publicado el 14 de febrero de 2012 en www.avn.info.ve)

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