jueves, 29 de noviembre de 2012

Lección de periodismo en apenas dos párrafos (de la pluma de Hunter S. Thompson)


¿Qué convierte a una persona en un gran periodista? Tomar algo simple, cotidiano, que se encuentra perdido en el caos de la ciudades, y transformarlo en una perfecta descripción que transmita profundidades y sentimientos que nos sitúen en el medio de un artículo y respirar su aire, saborear lo dulce y amargo de una vida, sentir a los personajes en la piel.

Y cuando alguien lea ese artículo, cargado de imágenes que todos los días pasan frente a nuestros ojos, se pregunte cómo hizo ese periodista para escribir algo que, tal vez, si todos estuviéramos con las antenas permanentemente activadas se nos habría ocurrido. Pero no, para captar la esencia y rescatar el diamante hundido en la mugre, para esas cosas están los grandes periodistas, un puñado que sale a la luz cada tanto, humildes, comprometidos con sus pensamientos, sedientos de verdad, un poco dementes, otro poco paranoicos, disciplinados a su manera, conscientes de que sus vidas no tienen ni mañanas ni noches. 


¿Un ejemplo? Estos dos párrafos de “Fame Is a One-Way Ticket”, escrito por Hunter S. Thompson en 1956:

“La historia de Joe Luis no es nueva; es la historia de la estrella que vive más que su luz; el temible meteorito que no se ha desintegrado en mitad del aire, en el punto culminante de su trayectoria, sino que ha caído a plomo sobre la misma tierra poblada de millones que, momentos antes, habían observado su belleza boquiabiertos.

”Al mundo le gusta mirar a sus estrellas situadas en lo alto. El meteorito que cae de los cielos no sólo está apagado cuando toca tierra, sino que abre su propia tumba con su impacto. Así como la multitud mira con curiosidad el meteorito caído y luego se dispersa, la masa que rodea a Joe Luis se está reduciendo. Él sigue en pie, dolorosamente desconcertado en un mundo que jamás se tomó la molestia de comprender. La ovación de la entusiasmada multitud se ha convertido en el susurro de la minoría de curiosos. El fin es inevitable”.

*Joe Louis, 1914-1981: boxeador estadounidense, conocido como “El Bombardero de Detroit”, campeón mundial del peso pesado 1936-1949.
(Caracas, 28 de noviembre, 2012)

martes, 27 de noviembre de 2012

Guerra nuestra: crónicas de la violencia de la Cuarta República


El periodismo como un cross a la mandíbula de la realidad. Así se puede resumir el libro Guerra nuestra. Crónica criminales (1997-1999), recopilación de artículos del periodista y escritor José Roberto Duque, publicados en los diarios El Nacional y El Mundo.

Editado por Fundación Senzala, las crónicas reunidas tienen como eje central la violencia del Estado contra las capas más humildes de la población venezolana. Además de los típicos y comunes operativos policiales durante la Cuarta República, que apuntaban a castigar a los más pobres, Duque también se detiene en otras formas de violencia, como las que sufren las personas de bajos recursos que acuden a una clínico u hospital.

Siguiendo el camino del "nuevo periodismo", y en momentos del "periodismo gonzo", que fundó el estadounidense Hunter P. Thompson en la década del sesenta, el autor de libros como Salsa y control y Del 11 al 13, escarba en las cloacas de la sociedad y no duda en ubicarse del lado correcto: contra la represión policial; la desidia de médicos y doctores y la pacatería que durante décadas a asumido una parte de la sociedad.

Policías que lanzan desde un primer piso a un adolescente falsamente acusado de narcotraficante, una embarazada que pierde su movilidad y su vida por una mala práxis, ajustes de cuentas donde el poder políticos ronda y protege, son una constante en la crónicas de Duque.

Aunque en los textos se recogen expedientes judiciales y declaraciones oficiales, los hilos centrales de las historias son relatados por las víctimas que encuentran en el periodismo sus últimas esperanzas ante el silencio de los poderes judicial y político.

Un punto aparte merece la edición del libro, que rompe las convenciones estéticas y suma las ilustraciones de Aarón Mundo, que remiten a la obra del dibujante argentino Luis Scafati, responsable de graficar libros como La ciudad ausente, de Ricargo Piglia, La metamorfosis, de Franz Kafka y Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra.

En Guerra nuestra, crónicas y dibujos transmiten de manera precisa la violencia del Estado, la impunidad de los cuerpos represivos, las angustias de los más pobres y la desesperación ante la falta de justicia en décadas pasadas. Estos hechos, como bien apunta Duque, en la actualidad atraviesan transformaciones que buscan profundos cambios para que los más humilde no sean nunca más la carne de cañón cotidiana.

(Publicado en www.avn.info.ve el 26 de noviembre de 2012)

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Utopías en movimiento: en busca de la literatura latinoamericana


Al eterno debate sobre el significado de la literatura y su rol en la sociedad, y a la solemnidad que muchas veces envuelve el arte de la escritura, el colombiano Gabriel García Márquez le quitó el anquilosamiento y dijo en 1972, al recibir el Premio Internacional de Nóvela Rómulo Gallego, que había llegado a Caracas "sencillamente por mi antiguo y empecinado afecto hacia esta tierra en que una vez fui joven, indocumentado y feliz, y como un acto de cariño y solidaridad con mis amigos de Venezuela, amigos generosos, cojonudos y mamadores de gallo hasta la muerte. Por ellos he venido, es decir, por ustedes".

Su discurso, junto al de otros 16 ganadores, desde 1967 hasta 2009, fueron reunidos en un volumen publicado este año por la Fundación Celarg y Monte Ávila Editores Latinoamericana.

Utopías en movimiento es un libro que permite ver la metamorfosis de la literatura latinoamericana durante cuatro décadas. Además invita a profundizar en el eterno debate sobre el quehacer literario, su compromiso con la realidad que habita, la posición del escritor en su tiempo y la creación de nuevas estéticas y formas de escritura.

Estas inquietudes atraviesan los discursos, desde el del peruano Mario Vargas Llosa, premiado en 1967 por su novela La casa verde, hasta el del argentino Ricardo Piglia, galardonado en 2009 por su obra Blanco nocturno.

En el caso de Vargas Llosa, que en esa época todavía defendía las causas populares del continente, aparecía la crítica hacia el sistema y su trato a los escritores.

Para el peruano, en un principio el artista era excluido y denigrado, hasta que fue asimilado por la burguesía. Pelear contra esto, planteaba Vargas Llosa, y concebir a la literatura como "una forma de insurrección permanente" que no "admite las camisas de fuerza". "La literatura puede morir pero no será nunca conformista", aseveraba.

Luego de más de 40 años, el argentino Piglia defendía los "relatos sociales" como uno de los motores de la literatura. En su discurso, el autor de novelas como Respiración artificial y La ciudad ausente, explicaba "que si por un procedimiento mágico pudiéramos tener a disposición todos los relatos que circulan en una ciudad en un día, sabríamos más sobre ese lugar que analizando informes políticos, noticias, encuestas, estadísticas o recibiendo el discurso de los medios".

Piglia también convocaba a crear una literatura que persistiera "en su aspiración a la verdad y esa aspiración la justifica".

Entre el primer ganador del Rómulo Gallego, y el último, en medio aparecen las grandes discusiones literarias de América Latina encabezadas por los demás galardonados como Elena Poniatowska, Isaac Rosa, William Ospina, Carlos Fuentes, Arturo Úslar Pietri, Ángeles Mastretta y Roberto Bolaño, entre otros.

En su escueto discurso, y como advertencia clara, y a su vez propuesta en el campo de la cultura, García Márquez manifestaba una idea en la década del 70, que no ha perdido vigencia: "los escritores no estamos en el mundo para ser coronados; siempre he creído y muchos de ustedes lo saben, que todo homenaje público es un principio de embalsamiento. Siempre he creído, en fin, que los escritores no lo somos por nuestros propios méritos, sino por la desgracia de que no podemos ser otra cosa y que nuestro trabajo solitario no debe merecernos más recompensas ni más privilegios, que los que merece el zapatero por hacer sus zapatos".

(Publicado el 13 de noviembre de 2012 en www.avn.info.ve)

jueves, 8 de noviembre de 2012

El placer de extraviarse en Teherán


I

Las noches de otoño en Teherán son frías y limpias. Atrás quedan las horas en las que autos y motos forman largas colas y confirman que el tránsito en la capital iraní es, por lo menos, descontrolado. Igualmente, desde que uno pisa la ciudad, la tranquilidad se pega al cuerpo y se convierte en una sensación que lo acompaña durante el resto de la estadía.

Los edificios, grises y sobrios, en momentos se confunden con el cielo de las mañanas templadas. El sol es apenas un suspiro que ayuda al desprevenido que imaginó un otoño primaveral en Irán. Si la ciudad mantiene un color monótono, esto se corta cuando se avanza por las avenidas y aparecen destellos en el camino: grandes murales coloridos donde resplandece la cara del líder de la Revolución Islámica, Ruhollah Khomeini; un edificio con un sol en la parte superior derecha y una bandada de pájaros multicolores que vuelan hacia él; una parada de autobuses con dibujos que llaman a utilizar el transporte público para reducir la contaminación. Rodeando Teherán, la cadena montañosa Alborz vigila a la ciudad. Y cuando uno la observa entiende que el frío desciende de sus picos, cubiertos de nieve y bruma, y se mezcla con el ajetreo diario de la capital de un país que hoy se encuentra en el centro de las grandes discusiones mundiales.


II

En el parque Laleh, en el centro de Teherán, muchachos y muchachas estiran la noche entre conversaciones, carcajadas y algunas conquistas amorosas. El lugar está tomado por jóvenes. Los caminos, sinuosos y laberínticos, se llenan de gente, aunque el frío crece mientras pasan las horas. En el pasto, sobre alfombras, en los bancos del parque, todos se reúnen.

Para el visitante, perderse en el parque Laleh se convierte en una buena noticia. Dos cronistas de la Agencia Venezolana de Noticias (AVN) pudieron constatar esto, luego de agotar las esperanzas de salir del lugar.

Tal vez por la oscuridad, por los árboles que cierran el cielo o los caminos ondulantes, perderse en ese lugar es común para los desprevenidos. Por lo demás, el parque se convierte en un espacio de encuentro y relajación para los vecinos.

Son las diez de la noche y la gente hace ejercicio, juega al fútbol y al badminton, se reúnen para definir partidas de ajedrez, y un pequeño bazaar todavía se encuentra abierto para quien desee tomar un té frío o comprar alguna artesanía.

Milad está con un amigo y ambos se convierten en los guías de estos cronistas que se han extraviado. Los dos son estudiantes universitarios y cuando les contamos de dónde venimos, Milad expresa sin vacilar: "Venezuela ahora es un gran amigo de Irán". Acto seguido, ambos preguntan por el presidente Hugo Chávez y su salud, y nos felicitan porque el mandatario ganó las elecciones de octubre pasado.

El amigo de Milad se mueve a nuestro alrededor mientras caminamos. No lo detiene la vergüenza y grita, salta, mientras nombra al presidente venezolano. También se emociona cuando nombramos a Diego Maradona y su excitación alcanza el máximo cuando le decimos que uno de nosotros es fanático de fútbol.

Milad, como la mayoría de los iraníes, no deja de preguntar: quiere saber cómo son las universidades en Venezuela, cómo funciona internet, cuál es el clima del país, qué se siente ser periodista del otro lado del océano y qué piensan los latinoamericano sobre Irán.

"A ustedes los necesitamos mucho", dice Milad. Llegamos al hotel. Nos despedimos con abrazos e intercambiamos nuestros correos electrónicos. Al otro día, Milad llama al hotel para saber cómo estamos y nos agradece la conversación en el parque Laleh.


III

Zahra, traductora que acompaña a los periodistas de la Agencia Venezolana de Noticias (AVN) en Teherán, hace unos días preguntó si los occidentales creíamos que en Irán se vivía en una guerra permanente. La visión de Zahra sobre lo que se dice de Irán es acertada. Pero caminar por la capital del país demustra lo contrario. "Nosotros no somos como en Afganistán y Paquistán, donde explotan bombas. Piensan que como estamos al lado de esos países, aquí sucede lo mismo", aclara.

Hoy en día, Irán se encuentra en una de las regiones más convulsionadas del mundo. En Medio Oriente existe una pugna entre los pueblos que intentan dejar atrás la dependencia con Estados Unidos y las naciones musulmanas que mantienen una alianza estratégica con Washington, como Arabia Saudita, Qatar y Turquía. En medio de estas tensiones, la presencia de Israel sigue generando asperezas y malestares. En los últimos meses, el gobierno de Benjamin Nethanayu ha aumentado sus amenazas contra Teherán, asegurando que se encuentran preparados para atacar. Las Fuerzas Armadas iraníes no se han quedado atrás y han dicho más de una vez que tienen capacidad total para responder cualquier agresión. Por ahora, las amenazas de Israel y las respuestas de Irán se mantienen en declaraciones de funcionarios y jefes militares.

"En Teherán la vida es tranquila -dice Zahra-. Aquí viven chiitas, católicos y hasta israelíes, pero nos quieren hacer ver como bárbaros". La visión negativa que se difunde sobre la República Islámica, agrega Zahra, es responsabilidad de "los poderes superiores", y cualquier persona con sentido común entiende que se refiere a un país ubicado en el norte del continente americano.


IV

El bazaar es, simplemente, caótico. Estamos al norte de Teherán y, como ya es una costumbre, personas, autos y motos parecen que en cualquier instante van a colisionar. Luces colgando de alambres cruzados por el aire y una escalera irregular que desemboca en los pasillos angostos dan la bienvenida. Las personas avanzan en bloque y nada las detiene. Por momentos se transforman en víboras humanas que serpentean y miran los locales donde se pueden comprar desde dátiles y especias, hasta anillos y cadenas de plata.

Lo que a un visitante le puede parecer una discusión a gritos, es solamente el regateo entre comprador y vendedor. Abdollah es uno de esos vendedores, que acompaña su vozarrón con una cara seria y nada amigable. No sólo tiene que lidiar con el traductor, sino con un grupo de periodistas extranjeros que quieren comprar de manera frenética collares, alhajas, cofres de hueso de camello y leones tallados en piedra negra. Cuatro dólares, diez dólares, y algunas ideas sueltas y lejanas deja traslucir el farsi que Abdollah y el traductor negocian.

Pero el final es feliz tras varios minutos de regateo. Abdollah, que en ningún momento quiso ceder a la propuesta del traductor, optó por suspirar profundo y perder unos rials ante tan buena venta. Los saludos entre contrincantes ahora son más afables pero sus voces siguen tronando en medio del bazaar.

Afuera, Teherán se llena de luces amarillas que contrastan con el cielo negro. Entonces qué mejor que dejarse llevar por la marea de personas que buscan en los pasillos buenos precios, algunos alimentos y un regateo que ya no tendrá para los visitantes un sabor a pelea mortal.


V

No se puede conocer una ciudad, por más grande o pequeña que sea, en apenas siete días. Pero sí es posible cargarse de sensaciones e impresiones de lo cotidiano: la actitud de las personas, los colores y costumbres que cubren a una ciudad, miradas que se cruzan y cierta pulsión colectiva.

En Teherán hay centros comerciales, los más jóvenes se visten a la moda, el ritmo de vida es más tranquilo que en cualquier capital del mundo y no estallan bombas cada media hora. Esta última imagen no es caprichosa, sino un construcción realizada por los grandes medios de comunicación que desde hace varios años tienen a la nación persa como su blanco predilecto.

Por el contrario a este imaginario mediático, en Teherán, sin dejar de hablar con la gente, las impresiones tienen que ver con la cordialidad de los iraníes, su curiosidad por saber sobre Venezuela, la cultura del país y el presidente Chávez. En apenas una semana, se puede observar a un pueblo culto que no tiene inconveniente de compartir sus pareceres e inquietudes.

(Publicado en noviembre de 2012 en www.avn.info.ve)