miércoles, 29 de agosto de 2012

Fidel, el revolucionario, el hombre


Le dijo Fidel a Tomás: “Considero que un revolucionario, un luchador que esté envuelto en la esfera política, en la esfera de una revolución, no puede pensar ni en la gloria ni en la historia; albergo sobre eso la más profunda convicción”. 

Y también le dijo: “Realmente pienso que en nuestra época, en que se puede tener una visión un poco más amplia -más amplia, no te voy a decir exacta-, un poco más completa de lo que ha ocurrido, en que es posible una visión y un enfoque diferente del papel del hombre, no se correspondería con el deber de un revolucionario, con el desinterés que debe tener todo revolucionario, con su entrega total, la preocupación por la historia; porque pienso que un revolucionario debe darlo todo, estar dispuesto a darlo todo a cualquier precio por un objetivo concreto, por el triunfo de una idea, de una causa, y no debe preocuparse por sí mismo. En realidad, la preocupación por sí mismo es un elemento que puede influir de una manera no constructiva en la conducta del hombre. En dos palabras: no veo cómo justificarlo en el mundo de hoy, porque ningún hombre tendría derecho a luchar por la gloria, ningún hombre tendría derecho a luchar por su imagen ante la posteridad. ¿Te das cuenta? Parecería algo interesado. Parecería algo egoísta hacer eso”.

Y Fidel le dijo a Tomás lo que pensaba sobre el ser humano: “Creo que si tú has tenido oportunidad de tener un contacto intenso con la historia y analizas todas estas cuestiones, te das cuenta de que el hombre hace casi el ridículo si se pone a pensar demasiado en la posteridad y en la imagen que se va a tener de él. Yo diría que sería más sabio aspirar a un lugar modesto, a un lugar humilde y hasta, incluso, aspirar a un lugar anónimo. Porque si tú tienes una verdadera dimensión del hombre y del poder de los hombres como individuos, es algo tan frágil, es tan poca cosa que no tiene sentido, realmente, magnificar el papel de cualquier hombre por inteligente que sea, por brillante que sea, por capaz que sea”.

Esto le decía hace veinte años Fidel Castro a Tomás Borge, comandante sandinista que lo entrevistó durante algunos días en La Habana. Las reflexiones de Fidel luego fueron publicadas en un libro fundamental: “Un grano de maíz”.

En pleno auge del fin de la historia -propagada por Estados Unidos-, con el campo socialista destruido - según Fidel por sus propios errores-, y con una profunda crisis en la izquierda internacional, el líder cubano mostraba de forma clara lo indispensable para esta vida. La conducta de Fidel, su lucidez y humildad, se resumen en estos fragmentos donde da a conocer una de sus inquietudes más grandes: el futuro de la especie humana. Y sobre todo, explica con la sencillez de un gigante los valores reales y concretos que se necesitan para transitar la vida.

En momentos de crisis, de consumo desbocado, de desprecio por las costumbres y cualidades del otro, de arribismos políticos, hechos que permiten la reproducción del sistema capitalista, los pensamientos de Fidel hacen reflexionar, preguntarnos y cuestionarnos para, de esa forma, encontrar caminos diferentes a los que venden los mass medias. Y principalmente, las palabras de Fidel resumen, otra vez, la conjunción exacta de teoría y práctica, algo que nadie puede negar sobre el líder cubano que, tal vez, sea el hombre que sintetiza de manera justa y coherente el pensamiento de América Latina y el Caribe.

(Caracas, 29 de agosto, 2012)

viernes, 17 de agosto de 2012

La crónica de viaje: un descubrimiento permanente del oficio periodístico


El viaje como crónica y descubrimiento del oficio de periodista es el pulso que marca los artículos y libros del español Jorge Carrión. De visita en Caracas por apenas unos días, el escritor y periodista se tomó unos minutos para dialogar con la Agencia Venezolana de Noticias (AVN) sobre Mejor que ficción. Crónicas ejemplares, libro presentado la semana pasada en el país.

Editada por Anagrama, en esta obra Carrión compila a 21 escritores hispanoamericanos que abordan las crónicas con diferentes estilos, ópticas y cadencias. Edgardo Cozarinsky, Martín Caparrós, María Moreno, Juan Villoro, Pedro Lemebel son algunos de los autores que se conjugan para, como bien dice Carrión, conformar un libro que muestra "cuatro continentes" desde las letras y experiencias personales.

Nacido en Tarragno, España, en 1976, Carrión se descubre en el oficio de periodista en 2003 cuando comienza a viajar por América Latina. Mientras llenaba hojas con impresiones, relatos y crónicas de sus vivencias, en paralelo conocía a nuevos escritores y publicaciones. "A medida que avanzo en los viajes voy leyendo crónicas y descubriendo el género en su dimensión latinoamericana -recuerda el autor Norte es Sur, La piel de la boca y La brújula-. Cuando regreso a mi país en 2005 me doy cuenta que también hay una crónica española muy importante. De ahí nace la idea de hacer una antología que dé cuenta de esa variedad desde el ámbito de la lengua, no solo desde América Latina, sino también desde España y que entonces sean vasos comunicantes".

En el prólogo de Mejor que ficción, Carrión abre un abanico ensayístico donde recorre a la crónica como género e historia, y recuerda a los grandes autores, que van desde Rodolfo Walsh hasta Ernest Hemingway, pasando por Gabriel García Márquez y Thomas Wolfe, entre muchos otros.

Para el escritor español, en este estilo periodístico -que en ocasiones se convierte en decisión de vida- conviven las más diversas formas, por lo cual se mantiene en un constante debate. En la introducción del libro, esgrime que la crónica subyace en una "consciente ambivalencia, en las fisuras de los real y de los géneros que tratan de representarlo".

Otro punto de vital importancia para los cronistas son los viajes. Emprender el camino, según el autor, es "fundamental" y el "modo en que uno aprende a poner la antena para encontrar temas".

"Viajando, a no ser que tus padres sean millonarios, tienes que buscar temas para conseguir notas, entrevistas y ganarte el pan. De modo que aprendes a mirar para encontrar la novedad y lo interesante. Viajando tienes tiempo para estudiar, para leer, para imitar a los maestros, a los modelos. La prueba de eso es que, cuando acabé el libro, me di cuenta que es una especie de vuelta al mundo. Hay textos de cuatro continentes", asegura.

Al referirse a la confección de Mejor que ficción, Carrión explica que la selección tuvo el objetivo de que "cuanto menos en común tuvieran" los autores y sus textos, permitiría componer una obra "más plural", conformando "un abanico de tendencias, de formas y de estrategias". La apertura del género, dice el escritor español al destacar la importancia del libro, donde las fronteras de las crónicas "han sido barridas".


No ficción, sin ficción y nuevas tecnologías

Sin dudas en la crónica confluyen de forma libre y entremezcladas los estilos y géneros tanto del periodismo como de la literatura, abriendo puertas diversas para relatar los hechos. Según Carrión, una manera para denominar a la crónica es "como hacía la revista española Lateral, 'sin ficción'. Porque en cualquier caso lo que define a la crónica y al periodismo narrativo es la ausencia de ficción. Todo el debate para caracterizarlos, clasificarlos o teorizarlos, es estéril".

El escritor español señala que este momento histórico "se define por el hecho de que no hay un tipo de periodismo que sea mejor que otro. Convive el periodista que descree del 'yo', el periodista que cree en la objetividad, el periodista que se implica, e incluso el periodista que, siguiendo la estela de Hunter S. Thompson, provoca e interviene la realidad".

Tal vez la figura de Thompson sea el ejemplo extremo del nuevo periodismo, donde su estilo "gonzo" retratado en la revista Rolling Stone o en la novela Miedo y asco en Las Vegas, muestra otra variable de lo que escribe un cronista. A este autor, Carrión agrega como ejemplos "el periodismo kamikaze de Gabriela Wiener, el periodismo punk de Robert Juan-Cantavella Altavella y el periodismo border de Cicco. Trabajar el gonzo está dando resultados muy interesantes y eso también es una semilla que se planta en la década del sesenta".

Otra tensión que aborda el escritor español es la relación actual entre un género como la crónica y las nuevas tecnologías. En tiempos de vorágine informativa, donde todo parece ser urgente, ¿cómo se desarrolla un género caracterizado por rescatar la calidad y no el vértigo del aquí y ahora? Carrión lo analiza de esta forma: "Creo que el tiempo de lectura es muy acelerado y en diagonal. Leemos los tweets, el Facebook, o los titulares de los portales de noticias en diagonal. Pero pasado ese momento de velocidad y aceleración, el tema que nos interesa, o la firma que nos interesa, nos reclama una pausa que estamos dispuestos a asumir. Puedo estar leyendo en mi día a día de forma vertiginosa, pero para ese vuelo en avión, o para las vacaciones, en mi Ipod voy a descargar las tres crónicas sobre los tres temas en los que no he podido profundizar. Eso es lo que me interesa".

Esta tensión, según Carrión, también se traslada al oficio periodístico. "Hay dos tipos de periodistas. Los periodistas que sienten que su oficio se limita a la brevedad, a la urgencia y a la redacción -reflexiona finalmente- Y los periodistas que tienen una ambición literaria y artística. La antología apuesta por este segundo tipo de autor. El autor que escribe en cierto nivel para un lector inmediato, y en otro nivel para un lector del futuro. Esto último es un poco lo que hacía García Márquez".

(Publicado en www.avn.info.ve - 17 de agosto de 2012)

martes, 14 de agosto de 2012

Libro El programa de la MUD: la cara oculta del neoliberalismo


Como bien escribe Federico Ruiz Tirado en el prólogo de El programa de la MUD, de Romain Migus, este libro realiza un análisis microscópico y retador de los postulados de la oposición venezolana, que lleva a Henrique Capriles Radonski como candidato para las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre.

Editado por Barrio Alerta, el texto analiza de forma meticulosa los 1237 artículos del programa de gobierno presentado por la Mesa de la Unidad Democrática y su candidato, donde los objetivos quedan claros: la implementación integral y sistemática de la teoría neoliberal diseñada en Estados Unidos por Milton Fredman, el gurú moderno de este pensamiento y padre de la Escuela de Chicago.

Tal vez la importancia principal del texto radica en que se puede leer como un manual para la discusión, la formación y el debate, ya que el desglosamiento de los objetivos de la MUD son expuestos en lenguaje llano y pedagógico, respaldados por cifras concretas y una permanente comparación histórica con la situación imperante durante la IV República.

En la introducción se pueden ver las líneas generales del análisis posterior del programa de la oposición venezolana, una continuación, según el autor, del Plan Consenso País, dado a conocer por la derecha en 2004 y financiado abiertamente por agencias estadounidenses como la Usaid y la NED. Migus considera que el nuevo programa "tiene un claro corte liberal y aplica las recetas que están quebrando y afectando severamente a los países europeos" en la actualidad.

La propuesta de la MUD se basa en una tríada compuesta por la idea de descentralización-autonomía-privatización, que con el correr de las páginas se va desmenuzando para dejar a luz una política conocida en América Latina: el desguace del Estado, las puertas abiertas para que las transnacionales ingresen y saqueen los recursos naturales y humanos, y la destrucción de todo proceso de conciencia del pueblo venezolano.

Migus señala que si la derecha llegara al poder en Venezuela, iniciaría un proceso de "reformas para desconocer el marco legal y administrativo vigente", violando leyes y la propia Constitución, con el único fin de desarticular todos los programas sociales, Misiones y políticas estructurales que el gobierno del presidente Hugo Chávez ha venido desarrollando.

También alerta sobre la "propaganda de guerra" desplegada por la oposición. Con este método, la MUD busca borrar el pasado del país (donde muchos de sus dirigentes fueron responsables directos de la debacle económica y social); negar los avances conquistados por el gobierno de Chávez y el pueblo, transformando al país "en un infierno sin nombre", y rechazar la existencia de "intereses antagónicos", que convierten a Venezuela en una nación "sin clase social", por lo tanto sin posibilidades de lucha de clases, el verdadero motor que desde hace siglos signa el combate entre explotados y explotadores.

Si en el teatro negro, creado en la China antigua, el escenario se caracterizaba por la oscuridad total y los actores -en este caso Capriles Radonsky y algunos otros dirigentes de la MUD- eran apenas iluminados por un juego de luces y sombras, el libro de Migus enciende todos los focos y reflectores para mostrar lo que la oposición venezolana intenta mantener oculto en ese escenario, ahora con un lenguaje un tanto renovado, pero donde ni siquiera la palabra "progresismo" suena real y convincente.

(Publicado el 13 de agosto de 2012 en www.avn.info.ve)

miércoles, 8 de agosto de 2012

Cuando la injerencia pisotea el derecho internacional


Desde hace bastante tiempo, el telón que cubría el escenario sirio se ha corrido y deja ver lo que se inició como una denuncia por parte del gobierno del presidente Bashar Al Assad, y también como una posibilidad real que se observaba con nitidez: la confirmación de que la injerencia militar extranjera en la nación árabe es pública y abierta.

Dejando de lado todo respeto al derecho internacional y a las leyes que rigen el mundo, avaladas por los países miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Estados Unidos, sus aliados europeos, Turquía y las monarquías del Golfo Pérsico financian y entrenan a los grupos opositores armados desplegados en territorio sirio.

Las pruebas presentadas por Damasco en la ONU sobre este hecho fueron descartadas sistemáticamente, salvo por las alertas lanzadas desde Rusia, China, Líbano, Irán, Venezuela y Cuba sobre que el apoyo a este método de intervención podría llevar a un desequilibrio total de Medio Oriente.

Miembros de Al Qaeda y mercenarios importados desde Libia, Chechenia y Pakistán confluyen con agentes de inteligencia británicos y estadounidenses, organizando los comandos encargados de perpetrar matanzas, como la de la aldea de Houla, y atentados masivos que afectan principalmente a la población civil.

El domingo pasado se pudo confirmar nuevamente la presencia de combatientes extranjeros en Siria. El fotógrafo inglés John Cantlie afirmó a la prensa que individuos británicos operan en la nación árabe. El fotoreportero estuvo secuestrado durante una semana junto a su colega holandés Jeroen Oerlemans, ambos retenidos a finales de julio por un grupo terrorista. Según las declaraciones de Cantlie, la organización que los atrapó estaba conformada por pakistaníes, chechenos y "por hombres jóvenes del sur de Londres". En declaraciones anteriores recogidas por el The Sunday Telegraph, Oerlemans explicó que varios secuestradores "tenían acento de Birmingham".

A esto se suma que el diario británico Daily Mail reveló que los servicios secretos ingleses facilitan modernos equipos de comunicación satelital a los grupos irregulares sirios. El matutino no descartó que para el entrenamiento de las bandas se encuentren en la nación árabe miembros de las fuerzas especiales de Londres, infiltrados por la frontera con Jordania.

El 2 de agosto pasado se conoció que el presidente estadounidense, Barack Obama, había firmado una orden secreta que autoriza operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) para apoyar a los grupos armados que operan en Siria. A su vez, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos aprobó una licencia que permite asistencia financiera a las bandas irregulares por un total de 25 millones de dólares.


Blackwater nunca puede faltar

Con una conocida y tristemente célebre historia en su haber, la compañía militar privada Blackwater extendió sus tentáculos sobre Siria. Así lo reveló el diario turco Aydinli, que indicó que la empresa, implicada en fuertes violaciones a los derechos humanos en Irak, ha abierto campos de entrenamientos en las regiones fronterizas de Turquía donde forma a los mercenarios que luego ingresan a Siria.

El escritor egipcio Mohamad Hasanein Heikal denunció que Blackwaters ha captado a más de 6.000 mercenarios para que luchen contra el Gobierno de Damasco, situación respaldada por Estados Unidos e Israel.

Blacwaters fue fundada en 1997 y se calcula que anualmente entrena a unos 40 mil soldados y civiles. La empresa tiene apéndices como Xe Services, una de las contratistas más importantes del Departamento de Estado norteamericano.


De los Contras a Al Qaeda

En el artículo "Ejército Sirio Libre: ¿Revolucionarios o Contras?", el periodista francés Thierry Meyssan explicó que esa organización, fuertemente respaldada por los grandes medios de comunicación, es un conglomerado de mercenarios que "no defienden la democracia sino que luchan contra ella".

El comunicador señaló que el programa del ESL "consiste en acabar con el régimen laico" que impera en Siria y "prevé la instauración de un régimen confesional estrictamente sunnita". Meyssan detalló que esa organización reconoce "la autoridad espiritual del jeque Adnan Al Arour, predicador takfirista que llama a derrocar y matar a Bashar Al Assad, no por motivos políticos sino únicamente porque el presidente sirio es alauita, lo cual lo convierte en un hereje a los ojos del jeque".

Meyssan aseveró que los grupos opositores armados "no surgieron de las manifestaciones pacificas de febrero de 2011", que reclamaban reformas políticas, un incremento en la lucha contra la corrupción y mayores libertades, sino que "han sido abundantemente financiados por las monarquías wahabitas" de Arabia Saudita, Qatar y Sharjah.

Además de este tipo de injerencia, el periodista indicó que "comenzaron a llegar profesionales que ya han combatido en Afganistán, Bosnia, Chechenia o Irak. En primera fila de estos se encuentran los hombres de Al Qaeda en Libia".

Correctamente, Meyssan analizó que la actual situación en Siria se asemeja a la guerra desatada por Estados Unidos contra la revolución triunfante en Nicaragua en 1979, a través del financiamiento y entrenamientos de los Contras.

Ni Estados Unidos ni sus socios militares han propuestos soluciones concretas frente a esta serie de denuncias, a las que se les puede sumar decenas más. Esto confirma que el objetivo de la Casa Blanca y sus aliados es el derrocamiento de Al Assad y la instauración de un régimen funcional a sus intereses.

(Publicado el 8 de agosto en www.avn.info.ve)

Cowboys del infierno: Un retrato sin fisuras del ejército de EEUU



El desprecio total por los civiles y la aceptación de que el único amigo fiel es un fusil de guerra son los rasgos distintivos que caracterizan a cualquier miembro del Cuerpo de Marines de Estados Unidos (EEUU). Así lo deja en claro Jimmy Massey, ex integrante de este grupo armado, y quien junto a la periodista Natasha Saulnier realizó el libro Cowboys del infierno, publicado en Venezuela por Monte Ávila Editores, en 2009, pero aparecido originalmente en 2006.

Con vértigo, furia y de manera descarnada, Massey transforma su historia personal en una fuerte denuncia y, a su vez, la convierte en un retrato sin fisuras sobre el accionar de las tropas estadounidenses en Irak, país invadido desde 2003 hasta la actualidad.

Cowboys del infierno no se limita a describir el desempeño de los marines en territorio iraquí sino que revela el sistema de reclutamiento utilizado por ese cuerpo, la formación que se les brinda a sus soldados -donde el desprecio hacia "el otro" es uno de los pilares fundamentales- y las consecuencias psicológicas de las que son víctimas los soldados, mucho antes de volar hacia un escenario de guerra.

Como si fuera una compañía multinacional en la que lo único importante es la obtención de ganancias, Massey cuenta su experiencia como "reclutador" de jóvenes aptos para ingresar al Cuerpo de Marines y las exigencias de "eficiencia" a la que es sometido.

A causa de las presiones de sus superiores y las amenazas contra su carrera militar, la vida de Massey va cayendo en una ruina personal que afecta su matrimonio y sus relaciones sociales.

Aunque un marine tenga como objetivo transformarse en una "máquina de matar", en el fondo de esa realidad se comienzan a observar las inseguridades y derrotas psicológicas a las que son expuestos. Esta situación de desequilibrio llega a su punto más alto cuando Massey es enviado a Irak como sargento y sus primeras impresiones oscilan entre la inutilidad de estar en ese país, la ira desatada contra los iraquíes y la confirmación de que los soldados a su mando sólo se encuentran en el desierto para cuidar los pozos petroleros.


La llegada a territorio iraquí muta en una imagen reveladora del libro: "Las primeras informaciones que me dieron sobre Irak fueron un engaño -recuerda-. Después de haber leído los informes de los servicios de inteligencia, esperaba que nos encontrásemos con una zona dominada por la propaganda política (...) Pero cuando pasamos con nuestro diez Humvees (vehículos militares) y nuestro tanques Abrams por el puesto de control de las Naciones Unidas y entramos en el centro de la ciudad de Safwan, vimos exactamente todo lo contrario".

A partir de la llegada a esa localidad, los batallones del Cuerpo de Marines iniciarán una travesía frenética en la que los civiles son los principales blancos y la destrucción de toda clase de infraestructura se convierte en el combustible para los soldados.

Abiertamente, Massey reconoce que las tropas estadounidense utilizan uranio para combatir y que uno de los "entretenimientos" de los uniformados es saquear desde riquezas culturales hasta tractores de campesinos.

Cuanto más avanza la caravana de marines por las ciudades iraquíes va en aumento el estado de paranoia de los soldados que, alucinados, ven a supuestos terroristas en todos lados. Las consecuencias de ese estado son más civiles muertos y el aumento de un profundo sentimientos racista contra los iraquíes. Pero aunque la invasión casi no encuentra resistencia, las tropas, según el relato de Massey, viven con la moral baja, salvo en los momentos en que descargan sus fusiles contra personas y edificios.

El final de libro coincide con los últimos días de Massey en Irak y en el Cuerpo de Marines. Enfrentado con sus superiores, con un salvaje estado de crisis psicológica, es enviado a diferentes dependencias médicas y posteriormente trasladado a Estados Unidos.

En una de esas peleas con un capitán, Massey le escupe en la cara: "Señor, creo que lo que estamos haciendo en Irak es un genocidio. Lo de la ayuda humanitaria es sólo una excusa de mierda; es tan sincera como la afirmación del presidente (Richard) Nixon de que él no es un sinvergüenza. Creo que nuestro único objetivo en Irak es el petróleo y las ganancias. Y estamos dejando tanto uranio enriquecido en el campo de batalla que no tendremos que preocuparnos por futuros terroristas o incluso futuros iraquíes, porque los estamos matando poco a poco y uno a uno".

Cowboys del infierno es una nueva radiografía de las masacres cometidas por Estados Unidos alrededor del mundo. Con su libro, Jimmy Massey confirmaba lo que posteriormente fue mediáticamente descubierto con la publicación de documentos secretos por Wikileaks.Cowboys del infierno también se convierte en una pieza más de la cartografía de la guerra que siempre está dispuesta a desatar la Casa Blanca bajo cualquier excusa.

(Publicado el 7 de agosto de 2012 en www.avn.info.ve)